Los dominios de mi abuela

En brotes y en malvones te observé lavando ropa, secando al sol lo yermo de tus días.
El pañuelo que cubría el aroma exuberante de tortilla con chorizo aún se estira en mis cajones.
Casi monjil, despojado de arritmias era tu paso por el dormitorio matrimonial, más de tu marido que tuyo.
Volví a observarte sin que dieras importancia a mi crecimiento, a mis trenzas recién cortadas.
Siempre recuerdo tu almidonada bondad repartida al convaleciente, al desorientado mientras toda nuestra ropa secándose al sol me hablaba de tu luz rotunda.