Los Dos Ciegos

Cae una moneda
de tanto en tanto
en la caja de madera,
brillando a limosna,
sonando a miseria.

El ciego en el tren,
atorado de almas,
subterráneo y cruel,
desafía y molesta
la urgencia de ser.

Él toca su armónica
y suena a nostalgia
su música histórica.
Le daré muy poco,
trabajo no sobra

y no tengo visión.
El ciego sí, ve:
él ve su interior.
Yo que me contemplo,
ya no sé quién soy.
​

 

pareciera que al final es la voz lo que denota, un poema significativo, abrazos

 

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Hermoso y reflexivo poema.Dios te bendice

 

Un placer visitarte. Felicidades.

Saludos.

 

Así es, Marian. Es una discapacidad que recae en el observador. Muchas gracias.
Abrazos.

 

Así es, Aires. Y otros no es que no queramos ver, no podemos.
Dios nos bendice.
Saludos.

 

Muchas gracias, Rogelio, el placer de tu visita es mío.
Saludos.

 

El ciego preferiria trabajar que pedir
unas monedas pero no muchos
empleadores estan dispuestos
a emplearlo pues creen que no
puede trabajar. Creen que por
no ver no puede hacer nada y
estan equivocados. Bello poema.
Gracias por compartirlo. Saludos
y Bendiciones.

 

Muy cierto, estimada Lourdes. Una triste realidad actual.
Muchas gracias, saludos y bendiciones a ti.

 

Miradas que ven y se pierden en vacíos y miradas que no ven y ven todo lo demás, me ha gustado esta inspiración gracias por escribirlo, saludos cordiales.

 

Muchas gracias, Nancy, por tu atención y grato comentario.
Saludos cordiales.

 

Y todavía hay otros después de los que no quieren ver;los que se hacen que no ven...sensible y sencillo poeta.

 

Así es, Carmina. Y esos son los peores! Muchas gracias por estar.

 

Buena tu poética, con tal retórica y un buen aforismo al cierre, que es un placer leer
Saludos cordiales