los neonazis del parque

solìan vender libros en sus puestos de chapa en la feria
de libros del parque rivadavia:
exhibìan mi lucha de hitler
como si nada
como si no estuviera prohibido

con sus atuendos neonazis ofertaban sus libros en distintos puestos de dicho
parque, de dicha feria

comandados por el gordo alejandro
quien de tan gordo apenas podìa caminar
bamboleàndose en medio de la calle
era el jefe de aquella pandilla de neonazis
vendedores de toda clase de libros

un sàbado se hizo un festival de rock en el monumento a bolivar
y las masas enardecidas despedazaron a un neonazi
y quemaron un puesto entero lleno de libros
reducido a cenizas humeantes

eso saliò en su momento en los medios
en radio, televisiòn y prensa gràfica:
las fotografias estaban bañadas en sangre
y el homicidio, me parece, quedò impune

los neonazis continuaron vendiendo libros
durante algùn tiempo,
durante años
incluso aparecieron en libros
investigaciones periodìsticas llamadas
sombras de hitler
y tìtulos similares

pegaban carteles neonazis
en el paredòn de la escuela normal
colindante con el parque
en la actual peatonal beauchef
(nombre de un guerrero de la independencia
uno de los tantos franceses venidos a amèrica
luego de la caìda de napoleòn
y que combatieron en la caballerìa patria
junto a san martìn)

los carteles los mirè alguna vez:
eran de una ideologìa absolutamente difusa
que mezclaba xenofobia obtusa con consignas nacionalistas rancias
totalmente retrògadas
màs propias de la dècada del 30
o del 40
remedos del tacuarismo màs banal
segùn las ùltimas investigaciones periodìsticas
dirigidas a una audiencia seguramente microscòpica
pero con la que pensaban lucrar algun voto
alguna bota

ahora ya hace años que no se los ve por el parque

personajes pintorescos si se quiere
pero igualmente siniestros, ominosos
listos para servir como seguridad a alguna manifestaciòn de la ultraderecha
en algùn parque cèntrico
y reivindicar genocidios diversos
sean del siglo XIX o XX
mediante falacias varias

utopìas perversas
psicopàticas
delirios malsanos en la noche
y en la niebla

entelequias vomitivas

cuantos sucumbieron a ellas

prefiero 1000 veces respirar
el aroma de una flor cualquiera
mientras cierro los ojos
para oler mejor
la rosa blanca
bajo el sol de la tarde