Los nombres no se olvidan

Despierta, despierta, del sueño, mi mente despierta.
Alerta a los nobles ahora mi juicio está cerca:
la vida, el nombre, el motivo de toda existencia,
la inherencia del hombre corrompe nuestra apariencia.

Por necio el sentido las sombras el olvido acechan:
de unos miles muy pocos hoy queda la presencia;
y cuando de un giro el destino de nuevo emerja,
los errores del pasado habrán dado sus condenas.

Sé testimonio, pues hijos antiguos mitos cuentan
historias, murmullos que entono en viento quedan,
palabras remotas, promesas, recuerdos, herencias
y demonios de antaño que hallaron mi puerta abierta.

Nunca fue tarde, amigos, de nuevo conmigo suena
esperanza, la hora que juntos alzamos cabeza,
y reímos las caras que ojos turbados riegan
La muerte, con mi ejemplo, futuro en enmiendo crea.