Los perros también van al cielo

Aquí vivo entre los cerros,
soy yo sólo y dos perros.
Son mi banda, mi familia,
mi tertulia, mi pandilla
en la calle y en el rancho.
Los llamo Estrella y Pancho.
No son finos ni de raza,
ni de circo ni de caza,
son amigos y compañeros,
son dos perros callejeros.
Ella es gris y el otro pardo,
ellos me esperan si tardo.
Comen un pobre alimento
y duermen en el cemento.
Si sólo comen pellejos
o sólo huesos viejos
son un gustoso banquete.
Tragan en un periquete.
Otean con su mirada
mi regreso, mi llegada.
Y ¡qué alegría, qué fiesta
si me encuentran en la cuesta!.
Se agitan, saltan, jadean,
me lamen, se regodean.
Ellos duermen a mi lado
y mis sueños son dorados.
Son nobles, son generosos,
siempre fieles, amistosos.
Ya somos inseparables,
tienen gestos admirables.
¡Ay! ¿qué pasará si un día
o si una mañana fría
mi vida tenga que dejar
y a ellos yo abandonar?
Creo que no querrán vivir
y conmigo querrán venir.

 

¡Precioso! No puedo decir más...

 

Esta es la lección que me dan mis inseparables amigos de cuatro patas. Gracias por su comprensión. Saludos.

 

Gracias. Su comentario refuerza mi agradable experiencia con estos mis inseparables y fieles amigos. Gracias por su comentario. Saludos.