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Loup Garou

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por Anave, 30 de Julio de 2009. Respuestas: 4 | Visitas: 2315

  1. Anave

    Anave Poeta asiduo al portal

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    Estaba harta. Cansada de pararse en aquella esquina, mostrando sus muslos redondeados, con la falda ajustada resaltando sus caderas y la blusa transparente dejando escapar la imagen de sus senos sin sostén. Cansada de fingir una alegría que estaba lejos de sentir. La sensualidad que antes le brotaba como por encanto de su piel de seda, tan natural, tan real, tan íntima, hoy solo era un vago recuerdo en el lánguido bambolear de su andar de puta. Era una vieja de 18 años. Su jerga amorosa se había gastado con los años, ella que a sus 14 tenía una lengua viperina ribeteada de plata con la que podía cautivar a cualquier incauto.

    Tomó su decisión. Tan radical como la primera, cuando decidió huir del incesto y escapó de su casa sin importarle irse a parar a aquella esquina… creyéndose capaz de elegir al hombre, de tener el control, de decidir el cómo y el cuándo, dándose cuenta, al cabo del tiempo que no había tales, que el hambre es la que al final decide… Pero ¡NO!, no esta vez… y echó a andar hacia la nada sin mirar atrás…

    El también tomó su decisión.
    La sed lo atosigaba desde hacía años en que dejó a un lado su naturaleza bestial y empezó a alimentarse de los perros de la calle. Tenía sexo con cualquiera, aguantando la respiración para no sentir el olor de la carne fresca, apurándose para alcanzar un éxtasis mediocre y huir antes de haber perdido los estribos.

    Hacía tiempo, siglos quizás, se había dado cuenta de su lado oscuro. Lo abandonaron a las puertas de un convento. Era un bebé hermoso. Las monjas lo recibieron con exclamaciones de alegría… Jugaban a amamantarlo haciéndolo succionar sus pezones secos y luego se confesaban por sus malos pensamientos. Tenía ya dos años y aún estaba sujeto a ese juego siniestro.

    Un día, y este era su primer recuerdo consciente, llenaba su campo visual aquel pezón rosado, como botón de rosa entreabierta, y el olor dulce de la carne y la sangre lo volvieron loco y con su nuevo juego de dientes aún sin estrenar se lanzó furioso hacia aquel botón de carne y lo arrancó limpiamente de una única dentellada. La sangre tibia como la leche le llenó la boca y se le escurrió por las comisuras manchando su babero de escarlata… El grito desgarrador y el dolor de estrellarse contra el suelo fueron todo uno.

    Fue exiliado a la cocina y fuera de la novicia mutilada, nadie volvió a acordarse de él. Allí encontró una paz desconocida. Nadie le prestaba atención siempre y cuando pelara las patatas y lavara los cacharros y nadie notaba si desaparecía algún filete crudo de vez en cuando.

    A los 8 años escapó harto de lo mismo y después de debatirse en la calle por 6 meses y arrancar varias orejas a dentelladas fue recogido por un bibliotecario sin hijos, que se lo llevó consigo para vengarse de su mujer. El hombre satisfacía sus instintos de pederasta mientras le enseñaba a leer, los buenos modales y a clasificar los libros en los estantes. Terminó leyéndolos todos y descubrió la ética y la moral, el heroísmo y la dignidad de hombres y mujeres ejemplares y se prometió a sí mismo no volver a degustar la carne humana y siguió robando filetes crudos de la nevera…

    Ella se descubrió a sí misma en una banca de un parque, despertada por la mirada matutina del sol, vestida de puta y sin un céntimo encima… Se escapó corriendo sintiendo una vergüenza que era nueva en su arsenal de sentimientos. Se escabulló tras una choza de los suburbios y se robó la ropa tendida al sol del patio trasero. Unos jeans que le venían flojos, una camisa de hombre y un pañuelo raído con el que se sujetó la melena extendida, pintada de rojo con reflejos anaranjados. Y luego de buscar por un par de horas, en contra de todo pronóstico, encontró un empleo de mesera por las noches. Espero que no sea más que eso, pensó. Tenía toda su voluntad puesta en rehacer su vida. Aún era bonita a pesar de la ojeras, aún había frescura en su boca chiquita y sus labios rosados no requerían de un labial. Trabajaba con tesón, asistía regularmente a una iglesia y evitaba los recuerdos y las tentaciones manteniendo su cuerpo enfundado en pantalones raídos y camisas masculinas.

    El caminaba cabizbajo bajo la lluvia en una de sus tantas noches de insomnio cuando pasó ante un café. Un olor delicioso y tentador se escapaba del recinto cálido y seco. Volvió sobre sus pasos y miró hacia adentro con desconfianza. ¿Sería acaso un burdel solapado? Había decidido abstenerse de las putas llenas de infortunio, enfermedad y contradicción. Había decidido que el amor era posible, aún para él y había roto su vida de ermitaño frecuentando círculos sociales cuidadosamente escogidos buscando en vano a aquella mujer en la que pudiera por fin confiar. Confianza es fidelidad y fidelidad es amor, se decía. Pero su belleza varonil y sus ojos insondables cautivaban a unas y espantaban a otras y no parecía posible intimar con ninguna. Decidió que no era un burdel y entró sin preocuparse de dejar el piso mojado. Se quitó el abrigo y se sentó en espera de ser atendido. La propia dueña se le acercó con la carta.
    --¿Qué es ese olor delicioso que se escapa de tu cocina?-- , preguntó él.
    --Ha de ser mi pastel de pollo le sonrió ella.
    -- Por favor, una porción y una taza de café.
    Una muchacha pasó a su lado a atender otra mesa. El se estremeció.
    Su orden llegó. Probó el pastel ansioso porque tenía hambre, pero le supo igual que sus comidas habituales: a nada. Habíase por fin acostumbrado a la comida normal, ciñéndose a las normas sociales y su sed de antaño ya no lo atosigaba mas que de vez en cuando, cuando a solas se encontraba cara a cara con ese su lado oscuro, el cual trataba en vano de enterrar bajo mil ocupaciones y evitando la soledad.

    La muchacha pasó de nuevo. El la tomó del brazo y ella se sobresaltó cuando el hombre la olfateó con ansias y la envolvió con su mirada insondable mientras le decía:
    --Pero si eres tú…
    Ella no supo qué decir. El parecía tan distinguido y aunque la olfateara parecía tan educado. Miró a los lados temerosa de las miradas ajenas, y soltó su brazo de la mano del hombre que como una garra la aferraba. El pareció avergonzado y susurró una disculpa, mas cuando ella intentó marcharse volvió a sujetarla de nuevo y musitó
    --Por favor—mientras sus ojos brillaban con la súplica.
    --No vendo sexo—dijo ella apresurada
    -- No quiero sexo – repuso él, -- solo quiero conocerte… un poco
    Ella no supo bien por qué, las palabras le salieron espontáneas, casi sensuales:
    -- Mañana. Vivo enfrente…

    Al día siguiente El estaba allí, perfectamente bien vestido, con sus ojos insondables y su sonrisa misteriosa. Ella se quedó prendada desde entonces. Se conocieron despacio y se amaron más pronto de lo previsto, por primera vez Él hizo el amor, literalmente. Al principio le hizo el amor sin olerla, pero era imposible ya que era eso principalmente lo que lo había atraído a ella. Se embriagó de sus olores, más bien que de sus perfumes. Descubrió la diversidad de sus aromas: de sobaco húmedo sin afeitar, de pubis enmarañado, como nido de gorrión, el olor de su cabello agitado por el viento o enredado entre sus dedos, de su boca abierta como fruta, de su lengua tibia pintando paisajes con saliva sobre su pecho… Y ella acongojada de no haberlo encontrado antes y haber perdido su tiempo en aquella esquina… anhelando pertenecerle hasta la médula de los huesos como no había pertenecido a nadie, ni al vientre de su madre… No le bastaban los brazos para abrazarlo, ni los labios para besarlo… ¿Le alcanzaría la vida para amarlo? Solo algo turbaba ese amor desbordado… Los hombres son extraños, se decía ella, cuando se trata de sexo tienen ideas imposibles de comprender y es que Él no quería contemplar sus senos y los cubría con lencería de gusto impecable, de encajes de espuma de mar, de alas de mariposa, de plumas de pájaro exótico… su amor era en lo demás, completo. Una noche, despejada, en plenilunio, la luz argéntea de la luna se colaba por la ventana y plateaba los valles y montañas de los cuerpos enlazados… Ella, que se sentía amada siempre a medias, con un gesto de niña traviesa, se arrancó de un solo los sostenes, y sus pezones erguidos surgieron como botones de rosas sin abrir, El abrió sus ojos insondables… llenaba su campo visual aquel pezón rosado, como botón de rosa entreabierta, y el olor dulce de la carne y la sangre lo volvieron loco, se lanzó hacia aquel botón de carne y lo arrancó limpiamente de una única dentellada. La sangre tibia como la leche le llenó la boca y se le escurrió por las comisuras manchando su pecho de escarlata… El grito desgarrador quedó ahogado en su garganta, porque Él, como buen depredador apresó el níveo cuello con sus dientes… y ella fue suya como no sería jamás de nadie, ni del vientre de su madre… Él hurgó dentro del pecho entreabierto y le arrancó el corazón palpitante, caliente, y el olor de su sangre lo envolvió en oleadas de placer perfecto, y eyaculó su simiente maldita, perdida para siempre dentro de aquél cuerpo níveo de luna del que la vida se escapaba a través de sus ojos impávidos y abiertos, inmensos, en un gesto de eterno desconcierto. Escapó por la ventana abierta dejando huellas de sangre con sus patas manchadas… dejando atrás el cuerpo descarnado, sin entrañas.

    …Ella lo miró coqueta, mientras su falda de colegiala se deslizaba lentamente por sus caderas. Había decidido no llevar bragas. Un gesto de astucia en su mirada. La luna se colaba por la ventana dibujando girones de plata sobre la sábana. Con un gesto de niña traviesa se arrancó de un solo los sostenes, y sus pezones erguidos surgieron como botones de rosas sin abrir, El abrió sus ojos insondables… llenaba su campo visual aquel pezón rosado, como botón de rosa apenas entreabierta…
     
    #1
    Última modificación: 1 de Abril de 2011
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  2. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Nadie escapa a su propia naturaleza aunque lo pretenda...

    Saludos.
     
    #2
  3. Anave

    Anave Poeta asiduo al portal

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    Gracias por tu tiempo al pasar por mis letras. Es verdad, ese es exactamente el hecho que quise plasmar
     
    #3
  4. Anave

    Anave Poeta asiduo al portal

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    Gracias por tu comentario. Abrazos
     
    #4
  5. Isabel Miranda de Robles

    Isabel Miranda de Robles Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Ana, como simple lectora que soy, te digo: me ha cautivado tu escrito. No pude despegar los ojos de esas letras que me regalaron imagenes tan vivas, tan bien descritas. que bien pintas en palabras. Felicidades, amiga. Sinceramente: ISABEL
     
    #5

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