Luchar contra el sueño

Qué poco queda para desaparecer el sueño
qué poco queda para el estallido de la estrella al llegar el alba.
El automóvil verde en las luces de la aurora recorriendo los vendavales del corazón soñante.


Fuiste el abismo. Su oscuridad y su clarividencia.
Fuiste el túnel. Fuiste el miedo a cruzarlo. Fuiste la voz rasgada que gritaba en la oscuridad desde las paredes. Y fuiste el valor que dio el primer paso hasta despertar entre sudores de la pesadilla; quizás con la sonrisa.


Mil, fueron las realidades. Todas cristalizadas dejando espacio para el anzuelo. Y tu decidiste. En lo oscuro de las pesadillas, que no debía ser el sangrante señor de tu dolor, y le ataste las flores del cerezo sin que el óxido te rasgara la piel.


Fuiste el miedo. La sombra en la fotografía en blanco y negro de la amistad.


Has atesorado la vacuidad, la destrucción y la caída de todos los muros. Zizek lo llamaría suicidio metafísico. Bolaño lo llamaría besar el esqueleto del humo.


Si te dieran la pista recordarías aquel sueño de nubes negras en la noche en que las figuras negras con lanza mirando a aquel cielo que parecia la muerte te rodeaban. Y soñaste y soñaste sin parar de llorar entre el muro de capas negras y lanzas alzadas hasta que te levantaste y te acercaste a uno y le ondeaste la capa y no paraste de jugar a su alrededor hasta que de sus entrañas salieron las mariposas dormidas y doradas como el reflejo del tiempo.


Como otros sabes que la soledad tiene dos caras, habita a los dos lados de la frontera del sueño y convertir el miedo y la soledad en oro fue lo trajo la anarquía a la frontera.