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Lucie...

Tema en 'Prosa: Infantiles' comenzado por jos.smir, 5 de Marzo de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 816

  1. jos.smir

    jos.smir Poeta recién llegado

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    2 de Diciembre de 2016
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    Género:
    Hombre
    El sol salia muy temprano por las mañanas, miraba con sus ojos de oro el inmenso valle multicolor que estaba bajo de él. Las mariposas, las golondrinas, los arboles, el cristalino río que hacia un ruido musical al recorrer el prado, las plantas de todas las formas y colores, sin embargo, se sentía triste, muy solo, no tenia con quien hablar, con quien conversar sus inquietudes, con sus esperanzas, con sus añoranzas.
    En eso afina su oído y escucha una vocecita que le dice:
    - Buen día, señor sol, buen día.
    Recorre rápidamente todo el panorama tratando de ubicar el origen del sonido y en eso la encuentra.
    - Me llamo lucie, señor sol y siempre que lo veo en lo alto de su palacio, lo encuentro triste.
    El sol por un momento pensó en no contestar pero le dio una ternura inmensa que una florecita estuviera preocupada por él.
    - Es que no tengo con quien conversar, siempre estoy solo, quisiera hallar a alguien que me sepa escuchar y aconsejar.
    La florecita conmovida le dijo:
    - Conmigo puede hablar, señor sol, yo lo oiré con total agrado.
    El sol se puso contento y le empezó a contar todo sobre su vida y sobre lo que él puede ver, la florecita lo oía con mucha atención y le daba consejos que el sol con gusto recibía, pero un día cuando el sol despierta se da con la sorpresa de que no está la pequeña luci, la busca por todo el horizonte pero él sabe que no podía moverse que debería estar en su lugar de siempre y en eso se da cuenta que en su lugar sólo hay petalos marchitos, separados como si algo los hubiera desunidos de su cuerpo.
    -Lucie, lucie, mi lucie- repetía a cada instante
    Y de sus ojos dorados empezaron a caer gotas cristalinas de oro y estás cayeron donde se encontraba las partes de la extinta luci y así continuo llorando el sol hasta que llegó la noche y tuvo que irse pero, en el lugar donde cayeron las lágrimas del sol empezaron a moverse unas extrañas criaturas que resplandecían, que padecían pequeños petalos deslumbrantes que surcaban los cielos lentamente.
    La gente les puso de nombre luciérnagas porque en los atardeceres se podía oír al viento repetir el nombre de ella.
     
    #1

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