Lunes

Danzando se confiesan los abanicos de piel
A la aurora boreal
De entre las piedras emerge la oración
Convulsa, enfática-profética.
Mientras en sus cubiles
Los hampones lloran demonios
Al amanecer las cacerolas limpias
Saldrán vestidos de huelga animal
A morder burbujas.
Mientras se disipan las primeras horas…
La ciudad trae en sus tentáculos
Hombrecitos de cartón,
Humanidad de utilería.
Los abanicos de piel encienden lumbres voraces
en el entrecejo divino.
Los peatones dicen lunes con el pene amarrado,
Se hacen caldo con los diarios,
Los semáforos, las avenidas,
Los edificios, el clima aletargado.
Caldo que el tiempo sorbe del plato.
Caldo de gallina: cuatro soles con presa,
El sol preso en los dedos del invierno limeño.
Las puertas de los negocios refulgen,
Las oficinas, los restaurantes,
Las putas en colmena a las dos de la tarde.
A las dos alguien ya ordeña la suerte en un casino,
Otro lo maldice con la rabia más nociva.
Los abanicos extienden su oración
Aventajando a la noche.
Esperando en penitencia al sábado,
Donde Satanás es la calle mas concurrida…