Malos tiempos.

MALOS TIEMPOS

(Homenaje, y adaptación muy personal, de una idea original del maestro Quino.)

Aquí donde ustedes me ven, yo era una persona entera, completa, íntegra. Una más no vayan a pensar, pero con todo lo que hay que tener: cabeza, tronco y extremidades. Pero vinieron malos tiempos, tiempos de crisis. Como las cosas empezaron a ponerse feas me fuí desprendiendo de todo aquello que consideré prescindible.
De lo primero que me desprendí fue de las piernas. Bueno mas que desprenderme de ellas, se fueron desgastando en las calles, por las que andé buscando un empleo digno, como suele decirse.
Como no tenía trabajo las manos cayeron en desuso. Así que se las ofrecí a un vecino; que sí trabajaba, porque las suyas las había perdido, en la cadena de montaje donde apretaba tornillos.
Más tarde escuché que todos debíamos arrimar el hombro, y por aquello de tener espíritu solidario arrime uno, después el otro, y por si no era suficiente, incluí por el mismo precio la espalda.
Álguien me dijo que era necesario apechugar y yo apechugué.
Perdí el tórax.
Lejos de mejorar, la inestabilidad fue empeorando y nos juraron y perjuraron que había que apretarse el cinturón. De tanto que lo apreté se echo a perder la parte que me quedaba de la cintura para abajo. Se la malvendí a un tipo con ideas.
Un entusiasta.
Otro mal negocio fue vender mis ojos y oídos a los medios de comunicación, porque sin darme cuanta acabaron quedándose con mi cerebro.
La nariz, que era la que más olfato tenía, se dio cuenta enseguida de que algo olía a podrido en Dinamarca y una mañana sin más, desapareció.
Como ya vi que todo no iban a ser ventas y gananciales, en un pronto de generosidad hice las siguientes donaciones desinteresadas:
Mis pulmones para las empresas tabacaleras que tanto sabor y placeres me habían proporcionado, en cómodos paquetes de veinte cigarrillos… (Cof, cof, ejem, ejem).
Mi sistema digestivo fue a parar a las grandes multinacionales de fastfood. No les duro mucho, al parecer era demasiado delicado.
Los riñones sirvieron a un colectivo social empeñado en tirar del problema para sacarlo adelante.
Aun hoy, siguen tirando.
La asociación de alcohólicos anónimos se hizo cargo del hígado. Pretendían hacer una rifa entre sus asociados, pero apenas pudieron sacar unas raciones de mal paté.
Lo del corazón no fue una donación propiamente dicha. Se lo entregué a una Venus. Quién no se lo hubiese entregado con tan sólo una de sus miradas. Jugo con él y lo utilizo a su antojo para luego devolvérmelo un buen día con un sonoro “he dejado de quererte”. Así que entre una cosa y otra simplemente quedé descorazonado.
A estas alturas de la historia empecé a perder también vida social. Amigos, familiares y conocidos se distanciaron poco a poco.
Parece ser que me notaban ausente.
Así que ya ven. Al final me quede sólo con la boca. Decidí que era lo único realmente imprescindible. Para comer y beber, algo necesario y primordial para poder vivir. Para no callarme, cuando tenga algo que decir.
Y para besar, y sonreír de vez en vez…

 

Sí.
La boca es importante,pero no deberías haber vendido tus ojos ni tus oídos ni haber perdido nada.

¡Es genial!

Claro que yo no puedo ser objetiva.
Porque te quiero por completo y no por partes de tu cuerpo.

 

Pues el lote entero para ti... Donde voy a estar mejor que tu vera...

 

Tener más de metro ochenta de poeta para mi solita es mi mayor sueño.
No pienso soltarte ni un pelo de ésa barba.
¿Por dónde empezar a comerte?

Tengo dudas.
¿Y si me pego un atracón de tanto quererte?

 

Tranquila Tengo sal de frutas y unos brazos donde recostarte