Manantial

Desciende del abismo más obscuro,
ciego.
Sucumbe al canto arrullador que enamora.
No se demora en su afán y
a hora intempestiva regresa a casa.
Y llega la mañana y no recuerda nada.
Parasitando en la estancia los remordimientos
corroen el espíritu de un hombre terminado,
ausente, sufriente, desengañado.
La cama es la mejor aliada a esta hora
y la manta su secuaz.
y no moverse de aquí jamás.
Ni pestañea.
Los recuerdos son crudos y abruman.
El cansancio es total,
como si un mercancias pasara por encima
no atiende a otra labor que la del reloj de la mesilla
con su tic-tac que aunque liviano
suena aterrador.
El tiempo pasa.
El sueño, una vez despierto
tarda en llegar
y las imágenes en su cabeza
son como torbellino.
Ideas fugaces vienen y van
sin tregua,
la cabeza parece estallar
y jura, "Nunca más!"
y solo ha de pasar una semana
para que el olvido haga su trabajo
y de nuevo al portal de la sabia fatal
enredo emocional.
Pozo sin fondo.
Demencia sin igual a solo un par de tragos
de este manantial.​