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Manuel Rueda

Tema en 'Biblioteca de Poetas consagrados en verso libre' comenzado por lluvia de enero, 12 de Mayo de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 3743

  1. lluvia de enero

    lluvia de enero Simplemente mujer

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    Manuel Rueda
    (1921-1999) Pianista, poeta, autor de obras de teatro. Nació el 27 de agosto de 1921 en Montecristi, República Dominicana. Estudió música de música en el conservatorio de Santiago de Chile. Vivió en Chile por catorce años. En Chile, en 1945, obtuvo el premio “Orrego Carballo” otorgado por el conservatorio de Chile, y en Chile, también, se publicaron sus primeros poemas, en el 1949, en la revista Atenea, revista de la Universidad de Concepción.

    Fue un integrante tardío de La poesía sorprendida, y creador del Pluralismo.

    Era miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, y director del suplemento cultural «Isla abierta» del periódico Hoy, y director del Conservatorio Nacional de Música.

    En seis ocasiones ganó el Premio Anual de Literatura, tres en poesía, dos en teatro y una narrativa. También obtuvo, en 1994, el Premio Nacional de Literatura.

    Entre sus obras literarias están La noches (1949 y 1953), Tríptico (1949), La criatura terrestre (1963) y Vacaciones en el cielo. Entre sus obras teatrales, La trinitaria blanca (1957), El Rey Clinejas (1979) y Relato de la Pasión y muerte de Juana Loca (Premio Teatral «Tirso de Molina», 1995). Como compositor, su obra más importante es, quizás, El cancionero litúrgico dominicano, la cual compuso en colaboración con el Obispado de Santiago de los Caballeros, en la República Dominicana.

    Datos biográficos extraídos de: http://www.literatura.us/rueda/


    ******************​


    CONOCIMIENTO DE ESTATUA
    Elegía
    A Franklin Mieses Burgos




    “A la orilla del aire tú destruyes los pájaros"

    Franklin Mieses Burgos


    Hoy eres nada más que una forma
    sollozando en los brazos de las cosas perdidas.

    Hoy creo que eres sólo un contorno sangrante
    sin una línea pura donde el cielo se caiga
    a soñar el corneta liviano de tus lágrimas
    y a darle aire a los pájaros ingenuos de tu canto.
    Huérfana eres de una línea, cárcel para tu alma,
    ahora sola sobre los caballos del Tiempo,
    ahora fría en un sitio en que ni siquiera es frío,
    donde ni tampoco es un témpano azul de madrugada
    por falta de una mirada tuya que la recuerde.

    ¿Qué perforación del alba es, mujer, tu beso?
    ¿Qué mueca de esqueleto sin sombra tu sonrisa?
    Ahora vives en el alfabeto de las cosas inútiles,
    en la quietud de una sangre no cuajada de pena sobre las miserias,
    en el fondo de una vena donde no se acuesta siquiera ni la muerte.

    Eres un ataúd de soles humillados
    en los cuales no cabe ni el resplandor oblicuo de lo que agoniza.
    ¿Qué guitarras toca la vida sobre tus ojos
    y en qué momento ellos tocan sobre mi corazón, perdidos?
    ¿En qué marco de venas trémulas se encienden tus deseos
    y en qué lugar de mi cuerpo se me someten ellos?
    ¿En qué orillas de luto tu silencio se degüella
    para encender de voces esta lumbre desierta?
    ¿En qué deshielo pacífico tus entrañas últimas gotean?

    Hoy eres una forma que no va herida de músicas.
    Un ser que dejó de mirar la rosa como mano
    para también dejar de verla como a rosa,
    porque si no existen tus cosas más allá de su espacio,
    más allá de su esencia de límites y tactos permanentes,
    tampoco puedes amarlas en su misma presencia.
    El árbol que ha dejado de ser ángel,
    un ángel verde encima de todos los misterios,
    ya ni siquiera encuentra tus ojos preparados
    para la evidente armonía de su otro crecimiento.

    Crecer ya significa encontrar otra forma,
    reconocer preguntas donde el llanto se acaba.
    Qué amplitud tiene el lenguaje de tu carne por el árido limbo de sus goces?
    Un día llegará en que una línea crezca hasta ser planeta,
    en un día aprenderemos qué número de estrellas han regado los árboles.

    Hoy eres un espacio pleno de un solo sexo,
    una nada que no quiere poblarse de semillas,
    un gran vacío abierto que no se ha fecundado.
    Piérdete en el goce andrógino de las substancias
    y aprende como lo eterno a ser hembra y macho al mismo tiempo.
    ¡Ah, mujer, cuando tu alma se engendre en otro mundo libertado!

    Entonces madurará mi amor.
    Entonces seremos dos gotas parejas
    en donde dormirán los crepúsculos perdiendo su horizonte.
    Los planetas bajarán a beber a nuestro pecho
    y sabremos por qué el mar entero puede cabernos dentro de una mirada.
    Dios se va a entretener creándonos misterios para, que los descifremos.
    Entonces, mujer, será cuando desembocaremos en el mismo Infinito.
    Entonces será cuando vendrá el Tiempo, como un perro, a tenderse a nuestro lado.

    Ay, amiga, si pudieras respirar más allá del aire.
    Si pudieras soñar más allá del sueño
    y más allá del sueño aún volver a despertar.
    Si pudieras aprender a vivir más allá de la vida.
    Ay si pudieras aprender a morir más allá de la tierra.

    Hoy eres algo triste y entre sus sombras tapado.
    Quiero descubrir tu rostro y está oscura la piedra.
    Quiero saber tus voces y está vacío el eco.
    De tu estatura el cielo no tiene ya memoria
    y ni la tierra, en una cicatriz, ha guardado tu huella.
    Quiero indagar sobre tu alma, hoy,
    pero hace mucho tiempo que no se alimentan de ella los pájaros.

    ¿En qué lugar de mí existías entonces?
    ¿Qué lugar de mi amor te hacía saludable?
    ¿Qué hora marcaban las pestañas sobre mis pupilas
    cuando el minuto de tu soledad me encegueció?
    ¿Cuál fué esa hora redonda como una luna de silencios
    colgando en pesadez sobre mis párpados?
    Mi mano puso un cálido enigma entre tu carne
    y tu estatua siguió siendo de más barro que sangre.
    Ya no queda ni el hueco de tu presencia en mi aire,
    ni el tamaño de tu boca sobre mis palabras,
    ni la obsesión de un color tuyo, náufrago en mis sueños.

    Presumo que eres un agujero lleno de espumas blancas.
    Adivino que eres un vacío en el vacío sin término de los olvidos.


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    #1

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