Mar de zargazos

Amarras de antes
de aquella noche
hacen sombra en
el devenir del faro;
arduo talismán o
náufrago chispeante.
Juegos sigilosos en la marea
que escurre pletórica de eco,
efervescencia ritual.
La senda del olvido rodea y
merodea,
sabiéndose inútil.
Asciende los peldaños del
faro ensombrecido y
entonces las amarras
disponen barca o camino.
La historia de las olas y
la mentira que ahoga
cuentas pendientes del collar,
horca de esclavitud.
No sabe nadar; las brazadas
ineptas, recuerdan esa esquela
que jamás lee, porque es premio,
delirio, multitud.
Encanta desde el río, trabaja por nosotros perdidos cada uno en su Mar de los Zargazos.

 

No estamos perdidos.
Yo creo que a veces, nos encontramos.
A la vuelta de la esquina.
¡ El mundo es un pañuelo !


Con lo cuál, para encontrarnos, a la vuelta de la esquina, merece la pena salir de casa.


Porque si cada uno se queda en su casa...
Para que Dios esté en la casa de todos...


¡ Qué vagos somos ! Dios está en todas partes, incluso en la brizna de hierba.