Mare magnum

Quedarse quieto,
solo por un segundo simularlo siquiera,
que lo crean los otros.
que uno dejó de sentir,
mentira!
Pero ya van a convencerse de haberte vencido.
Y ahí esperas, bien quietito,
para salir después
como el sapo que esperó escondido
hasta el piedra libre de la lluvia.
Que te crean aplastado.
Que se acicalen los cuernos y la cola,
que se miren al espejo las amorfas envidias
y las vean convertidas en triunfantes laureles
adornándoles la frente.
Salir del mare magnum no es fácil.
nos acorralaron como a ganado,
como a obedientes ovejitas.
Se ponen a contarnos una a una
cada noche hasta poder dormir
satisfechos de habernos vuelto una cifra,
de habernos envuelto en ciencia exacta.
Restan, suman, según su conveniencia.
Ahora sí tranquilos,
ahora sí, tranquilos controladores,
obsesivos controladores.
Ahora sí,
cobardes!
Ya va a coronarte el tiempo, oveja,
cuando caiga la lluvia
y te llame a ser horripilante sapo.
Te tocará entonces
orinarles justo sobre los ojos,
quemarles de paso la venda que llevan,
para que sientan de una vez por todas
el ardor de lo que no ven,
de lo que nunca vieron.
Mientras tanto quedarnos quietos,
por un segundo simularlo siquiera,
que se lo crean ellos.
que somos solo números,
mentira!.
Pero vos dejá nomás que lo crean,
porque entonces podemos ganar algo,
reírnos un poquito
de ese poderío y su ignorancia.
Y que se atrevan a enfrentarnos
como realmente somos,
sin numerarnos,
sin aglomerarnos,
sin empadronarnos.
Pero no van a atreverse,
y mientras nos sigan subestimando
seguirán pudriéndose por dentro.
Nunca tendrán lo que nosotros,
nunca esta gloria de no ser ellos,
nunca este triste orgullo de ser nosotros.






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