Marisol, el sol y el girasol.

Cuando Marisol miraba al sol, todo mágico veía, a la vez que un girasol, amor sentía, pues enamorado del sol estaba, y además, la vida alegrías daba, ya que el dolor no existía y así, nada moría.

Si Marisol dejaba de querer, el girasol melancolía sentía, cada vez que derrotado se veía, ya que las lagrimas de la chica, lo sumía en unos problemas, que nadie quería, y así la ilusión no aparecía, pues hasta el sol desaparecía.

Cuando llegaba un buen día, Marisol de nuevo sonreía y hasta las flores, sus olores ofrecían, ya que todo revivía y el bienestar siempre vencía, a la vez que nada se olvidaría, y todo recordado sería.

El girasol no se movía, pues hechizado se encontraba, ya que nada le molestaba.

Mientras, Marisol reía y reía, pues hasta el sol, su energía exhibía.

Ya no había obstáculos en el camino, tal vez, porque las pesadillas, con el silencio morían.

Una poesía iba leyendo Marisol por el camino, a la vez que el rio, la llevaba flotando hacía su destino.

Pero el girasol, ciego se quedaba, pues su amor hacía el sol, lo hipnotizaba.

A la vez que Marisol, tranquila viajaba.

Y su simpatía, intacta siempre quedaba, pues con ella, la alegría siempre estaba.

Ya que nadie se resistía, hacía ese corazón que tenía.

Pero en sus pensamientos, sus secretos siempre guardaría.

Aunque solo ella lo sabía, pues hasta la noche, los confundía.

A la misma vez que Marisol iba llegando a su casa, el girasol, del mundo se ausentaba.

Pues murió quemado, por culpa de los rayos, que el sol le mandaba.

Mientras tanto, Marisol un amor encontraba, y a la luna encantaba.

Y de ella, imágenes recordaba, a la vez que un príncipe, siempre la miraba.

Entonces, algo empezó ha distanciarle de aquel príncipe, y ella, enloquecida quedaba.

Pues en realidad se dio cuenta, de que soñando estaba.

Y sus mejillas, empapadas de lágrimas quedaban.

Ya que no podía creer, lo que sus ojos observaban.

Además, al borde del infarto estaba, y sus esperanzas, se acababan.

Después cerró los ojos, al ver, que nadie le ayudaba.

De pronto los abrió y una sorpresa se llevo, pues era el chico, con el que soñó.

Y no pudieron evitar abrazarse, además de besarse.

Pues ambos, el mismo sueño tuvieron.

Y con el, una aventura vivieron.

A la vez que juntos dormirían, y solo un beso, los despertaría.

Y todo, para decirse un te quiero, que nunca olvidarían.

 

Bonito y dulce este cuento que nos regalas con tus letras. Te felicito.