¡Más maderaaa!

Pero el vaivén es constante
y eso me da mucho gusto,
aunque también siento susto
de no resultar triunfante,
o por lo menos, no obstante,
estar tal vez a la altura
porque nada me asegura
que mis versos sean buenos
pero quizá es lo de menos
si se busca la aventura.​

 

Hoy cumplimos un año y un mes desde que nuestro tren se puso en marcha.
A todos los que me acompañaron desde la partida, a los que se fueron subiendo en las diferentes estaciones e incluso a los que se apearon en un momento dado...

¡Felicidades, señores pasajeros!

Y... traed madera! Más maderaaaa!







Si se busca la aventura
será propicio el destino,
que yendo por buen camino
la emoción está segura.
Gocemos de la locura
de ser poetas errantes,
y también de los instantes
de este divertido viaje,
llevando como equipaje
poemas extravagantes.

​

 

Que de tristeza despoja
echarse unas buenas risas,
así, tranquilos, sin prisas;
la angustia un poco se afloja
y hasta feliz se me antoja
esta vida sin sentido.
Por eso, amigos, os pido
que compartáis vuestras penas
y que os soltéis las melenas,
si no os resulta aburrido.


​

 

El futuro mola mazo
sin pegarle un palo al agua,
ni trabajar en la fragua
ni quebrarse el espinazo.
Basta con poner el cazo
y buscar padrino rico,
si hacéis esto que os indico
la vida va sobre ruedas,
disfruta de lo que puedas
dando jarabe de pico.​

 

Si con la musa converso
palabras de amor, palabras
es que estamos como cabras
siguiendo un juego perverso.
Pero si me dicta un verso
simpático y olvidable
estará echándome un cable
con el tren y la madera,
pues de amor habla cualquiera
en castellano y en bable.

 

En castellano y en bable,
en catalán o en euskera,
aquí estoy yo, la primera
se hable de lo que se hable.
Aunque puede ser probable
que no me entere de nada,
soy políglota frustrada,
así que háblame en panocho
mientras me como un bizcocho,
o mejor una empanada.

​

 

Y llegar hasta el parnaso
escalando poco a poco,
que las prisas vuelven loco
al poeta y al payaso.

Por favor, háganme caso
que llegar a tanta altura
tiene un punto de locura
sin arneses ni trampones
solo suben los cabrones
con su delgada figura.

 

¿Ninguno de gravedad?
debió ser muerte liviana...
¿Resucitarán mañana?
yo no lo sé, la verdad.
Con toda seguridad
os digo que, si están muertos,
quedaremos boquiabiertos
al verlos de nuevo andando,
y yo me estoy preguntando.​

¿Serán los rumores ciertos?​

​

 

¿Serán los rumores ciertos?,
no sé bien, nunca se sabe,
hasta viajando en la nave
pueden resultar entuertos.
En su casa ven los tuertos
más que el de dos en la ajena,
es por ello que me apena
cuando cogemos el vicio
de lanzar al aire un juicio.
Si aun a bordo,...¡duda plena!​

 

Los he venido a entregar,
pero me arrepiento de ello,
pues he encontrado al camello
de la aguja en el pajar
y no te lo voy a dar.
No me insistas, te lo ruego,
pues tengo un desasosiego
que no me deja vivir.
Te digo adiós al partir,
aunque nos veamos luego.
​

 

Acaba siendo el virrey
y ejerciendo su mandato
el escudero sensato
aunque trote sobre un buey.

Cincuenta sombras de Grey
no se parece al Quijote
ni hay virrey en un islote,
pero lo que son las cosas;
regalando unas esposas
agotaron todo el lote.

 

Agotaron todo el lote
de los slips sugerentes,
sin costuras, transparentes
a fin de que no se note.
Si les parece un pegote
lo que acabo de escribir
tengan a bien percibir
la diferencia en mujeres
que se les dan los deberes
de ajustarlo a su vestir.​

(Verbos es mala rimada,
mas perdón, era importante
el colocar por delante
el mensaje en esta entrada)​

​

 

De ajustarlo en su vestir
me has dejado como entrada
y no se me ocurre nada
para poderte seguir.
Es difícil decidir
cuál será elpróximo paso,
pero no me hagáis ni caso
si intento salvar la cara,
porque a mí nada me para,
ni la aurora ni el ocaso.

​

 

-Y el beso en llegar se tarda
y me aprietan los suspiros,
¿cómo detener los giros
de tu corazón, Bernarda?
-Dezatando de la farda
eze botón renegado
puez ha quedado enganchado
y no deja que me mueva.
¡No tuviera, ozú, la breva
de caer en el pecado! ​

 

De caer en el pecado
no me libré, señor cura;
al revés, con gran premura
y el corazón desbocado
me fui corriendo a su lado.
Ahora ante usted me presento
porque impía yo me siento
y quiero la confesión:
hago acto de contrición
con gran arrepentimiento.
​

 

Con gran arrepentimiento
les confieso mis delitos:
con pequeños lacasitos
desayuno en un momento.
Me da igual uno que ciento,
aun parezca un disparate
suspiro por chocolate
y solo es mayor pecado
mi gusto por el helado;
mi corazón por él late

 

"Que estoy al agua enganchada"
dice la cliente contenta
y yo sigo con la venta
cual si no pasase nada.
Se la ve tan encantada
por no saber la verdad:
¡Me echaron en Navidad!
pero sigo a mi vecina
sirviendo agua cristalina,
la mejor de la ciudad.