Máscara de agonía

Máscara de agonía

Hay un sol largamente aburrido.
Y con la tela de la baba hago
un ciempiés de hojalata y penumbra.

Tejidos que lamen las arañas,
troncos como aljibes
rasurados sin estirpe que parta
sus ramas como el rompehielos graniza el oleaje.

No soy una espuma que vahe.
No.
Soy el yo infinito de mi alma derramada.
Y mil ciclos de luna harán falta para eclipsar
mis hoyuelos finitos de la leche acabada.

Hay como un sol de baba que late.
Sol de baba lenticular que se despega de su fondo latente.
Fondo que late como una penumbra con su estaño verdiazul.
Y hubo un paraje yermo y subterráneo
sin una sonrisa tejida a su superficie.

Hay semos siendo habidos.
¡Ay de las brisas que impriman la sangre!
¡Ay de las coronas que hacen sinalefa de los alvéolos!
Mis hondos sentimientos son la memoria olvidada
despierta por los musgos de la circunscripción.

Y me muevo blancamente
en la comunión compleja de las patas cristalizadas;
espejo de bombillas,
llanta de pies muy entumecidos
y un trillón de burbujas grises que acechan los filos débiles de Atenea
por las fogatas del Abril presente.

Hicieron de mi pómulo derecho
un campo de margaritas tontas que lloran,
y de mi izquierdo,
nos desgarra una flauta de aire que estremece el viento.
¡Ay de mi rubor deshabitado que construye montes!
¡Ay de mi mar que pace el rudo busto de camomila!
Eres corteza de agonía
y máscara torpe de mi reloj callado.

¡Ay del hueco sureño de mis ojos caídos!
No camines por mi telaraña jonda,
hazme henchido para siempre de tu gracia mentida.

8/04/2013

 

Magnifico poema, abrazos.