Me bendijo en la concha

«¡Pobre home, vir con este tempo dende tan lonxe,
e expoñéndose a morrer no camiño, só para prostrarse
ante un pouco e pan e viño»: Cura de la Iglesia de Santa María
en Barxamaior, Galicia, 1486 ​

Las nevadas del sufriente son como un cobro
de portazgo, derecho a pagar en Aduanas del Mundo.
¿Cómo pagar cuando la miseria es el único tesoro?
¿cómo? ... si a cada paso asoma la porfía
y decimos 'no puedo', y la nieve nos cubre
y llueve, con el riesgo de morir
en los caminos, esta vasija supuesta
a tener lumbre y esperanza...

... pero vendrá el aldeano, terco
en la presencia de este templo vacío.
«Vengo a dar, a dar mi oir,
a bendecir el cisne y la veira».
¿No ya a pedir ante la Dalet?
El cura ni cree que pueda... siempre decirlo
a su rey, «no me compadezcas, me eximiste
del pago del portazgo. Vengo a servirte».


Y la estructura organizada de su mundo
lo descree, el deficiente sistema
asegura: Aldeano, si tú para nada sirves...

Y menos él, quien por cuna tuvo acaso
un nido de oca, o un pesebre de mulas.
No. Más poseyó el señor Rey, y sus siervos de Valcarce,
dueños de los castillos de Autares y Sarracín.
Y no hay envidia. Ni fueros.

«Es que, en útero oculto, el que me exime
me bendijo y hasta de las conchas», dijo:
«Veira es la vida y el obsequio
del aliento, quien en mi concha cree».

... ¿cómo que no vendré a buscar
sus secretos, me bendijo en la concha
y en el trago de vino, cómo no disfrutar
la magia druída, la hostia de O Cebreiro
si El, mi instructor, ya estuvo aquí...
alegando: Nunca te faltará pan y vino?

12-03-2006 / Indice: El libro de la amistad y el amor