Mea Culpa...

Un ocaso que termina con una negrura intensa,
Las horas siguen su curso mientras las sombras lentamente se hacen más y más profundas,
Es la noche misma la que deja sentir su presencia,
A lo lejos el ulular del viento despierta mis nervios y en la fría oscuridad de mi habitación,
Escribo estas líneas; nervioso y taciturno, confundido,

Mientras la última vela lucha contra las tinieblas que prontamente se apoderaran de todo lo visible,
Irritado y en sublime angustia me lleno de ideas... de reproches e insultos,
Una marca carmesí brilla en mi mesa
Una huella dejada cuál rostro inmundo de una vida que se agota,

Entre sortilegios, maldiciones e imprecaciones al destino
Sentencio a lo divino,
Río como un loco,
Desvariando en mi melancolía por otrora vida...
Una vida perdida en silencio,
Pues las parcas no se han dignado a romper mi cordón de vida,
Gozando con la angustia,
Con mi sufrimiento,

El cruel Caronte rechaza mis ofertas...
Es en mi torcida mente que llega hasta el cansancio,

Mis manos...
Mis torpes manos dejan caer la pluma,
La bendita inconsciencia parece compadecerse de mi desgracia
De mi insomnio eterno...
Así que bebo hasta el fondo de mi copa
Mi pensamiento se distrae por un breve momento...

¡Oh divina vid!
Que da como elixir el vino,
Tinto carmesí, que cura la amargura y apaga mi sed,
Más no mi tortura,
Vino amargo, vino dulce...
¡Llévame al estado etílico! ¡Embriágame para olvidar!,
Pero esta noche... nada parece suceder... y mi sobriedad se convierte en un estado de furia malsana,

Como un niño en rabieta,
La ira contenida desato
¡Pierdo la cordura!
Me convenzo tontamente:
¡Rompe, destruye, acaba con su recuerdo de una vez por todas,
Maldito por siempre, bendito en eternidad,

Agotado por la excitación oscura caigo sobre mi cama
Nuevamente divago mientras mis heridas sangran,
Pero no tanto como mi corazón desgarrado por esas fuerzas indecibles e invisibles,
Por esos estúpidos cordones de la vida que se enredan con las decisiones humanas...

¡Pobres patéticos mortales!
Jugamos a ser Dios, insensatamente nos vemos a su igual,
Pero ¿qué es lo divino sin un humano que se equivoque?
La mirada se me nubla pero aprieto mis puños con ira,
¡Maldigo al cielo, maldigo al infierno!
¿Quién soy yo? No lo sé... no lo sé,
Imágenes fugaces me roban la idea
Siento caerme en una absurda realidad,
En un abismo sin fondo...
Puedes reírte ahora...
Si eso te complace,

Una luna brillante y completa asoma por mi ventana,
La estrella desaparece en el firmamento
Una sombra se hace más próxima...

¡Oh Deus miserei mei!

El terror se agolpa como un martillo en mis sienes,
El batir de alas del verdugo se deja escuchar,
La vela se ha extinguido...

¿No es en la oscuridad donde acechan los miedos más profundos y el miedo se expone
¿Como si fuese una joya en la corona de un rey?

Un rasguño en las paredes,
Un roce y una sombra negra, siniestra y desafiante,
Salida del delirio de una pesadilla merodea...
¡El batir de alas!

Un pequeño silbido me obliga a voltear aunque es mi temor el que rechaza hacerlo,
El enviado de las tinieblas se postra orgulloso y desafiante en mi cabecera,

Aún en esta oscuridad profunda percibo su siniestra silueta,
Su respirar parece cansado,
Como si toda la eternidad y el peso de la culpa descansará sobre él...

Con un chillido termina su infame postura,
¿Acaso ha llegado el momento por el cuál grité a los cuatro vientos?
¿Aquél instante que exigí cada momento de mi vida?
¿Será que al fin pagaré por mis pecados?

¿Es Mefisto quien ha enviado por mí?

Lentamente un sudor frío recorre mi frente,
Mi sangre se hiela,
Mi corazón antes marchito recobra bríos y parece salirse de mi pecho,

El ensordecedor tic tac del reloj parece entonar un fatal y dramático canto,
¡Lastima mis oídos taladrando mis tímpanos! no dejando a mi mente pensar...

¡Nuevamente el batir e alas!

Primero con furia,
Después con miedo,
Al final con súplicas,
Trato de ahuyentar los fantasmas del ayer,

En vano... todo en vano...
Tomo la copa que en pedazos se quiebra,
Llenando mi mano de cortes y heridas,
Una risa histérica brota de mi garganta sofocada,
¡Oh ironía, maldita ironía de la vida, de él vivir!
Mientras uno vive no te preocupas por nada mas que por ti,
¡Solo tú!

Sin importar el daño que hagas,
Sin importar la infelicidad o ruinas,
Desgracias ajenas...
No... Eso no importó... ni importa... no interesa...

Pero...
¿No es la misma conciencia nuestro más cruel e implacable juez e inclemente verdugo?

Decidme si solo es un divagar de insano...
¿No es acaso que en las noches con tinte negro y siniestro...
¿Donde te agitas e intranquilo intentas vanamente dormir?

Los rostros muertos y desconocidos crean una parafernalia digna de una escena Dantesca,
Las hazañas malditas y oscuras no permiten ni un momento de quietud... de paz,
No... No señor... están ahí con burlas y sátiras; ni la misma dama (la muerte) te dejara tranquilo,

¿Tranquilidad?
Ya no conozco la palabra y menos aún su significado cualquiera que sea...
Y es aquí donde mi mano tiembla sin control
Mis pensamientos se derrumban,


¡Tú!
¡Ser condenado!
¡Maldito, aún estas aquí!,
Recordándome con un gesto de burla y amargura distante,
Tu mirada traspasa mi alma como un cincel,
Se clava en ella escribiendo un epitafio amargo y desesperado,

¡El brillo!
Ese brillo infernal fantasmal e irreal
Encuentro en esos ojos que me observan
¿Dónde esta mi perdición?
¡Llévate ya mi vida!
¡Termina este escabroso juego!
Será fácil...
Si nada me queda ya...

No me condenes más con tu presencia
Incomoda y que asfixia el aire puro de la noche,
¡¿Oh... será posible?!... ¡no... Esto no!
No puedes ser
¡Tú¡


Tal vez te has transfigurado...
En este horror para hacerme perder mis cabales
Hundirme en el pandemonium,
Confesando mis acciones...
¡Pues confieso entonces... te maté y mate tu amor... mi amor!

Sé que es mi culpa,
No existe día,
Momento ni instante que no piense en ti,
En mis acciones terribles,

¿Qué puedo hacer si mi pecado más terrible fue perderte después de amarte?
Las ululantes sonidos del viento me desquician
El crujir de las ramas mecidas por el aire,
Me llenan de agonía,

Es una perversa melodía sacada de los mismos infiernos,

Ahora...
El sudor recorre mi espina y un frío susurra en mis oídos,
El beso mortal toca mi frente
Cierro los ojos tan fuerte que duele...
Pero...

¿Dolor?
Creí que ya no podía sentirlo más...
El bao que despides es visible a la luz e la luna,
Cobardemente trato de ocultarme en mis cobijas
Pero aún en ellas no encuentro la seguridad,

Tu mirada penetra hasta el tuétano de mis marchitos huesos,
¿Quién eres?
¿Qué buscas al atormentar mi ya torturada alma?
Pero... no responderás...

Solo te regocijas con mis dudas y reproches,
Agitas tus alas... orgulloso de ellas,

Tu chillido se convierte en una mas de mis agonías,
En una tortura a mis oídos,
Vanamente los cubro...
Torturan tanto como alguna vez mis palabras lo hicieron,

¡Oh juez inmisericorde!
Con esta sombra que me castiga, muéstrame en tus ojos tu entendimiento y así tu perdón,
¡Criatura diabólica, regresa al averno a la oscuridad!
¡Déjame con mis temores y dudas!
Me doy cuenta al fin que mi mano esta llena de heridas
Los cristales se hunden en mi carne,
El cerrar mi puño me hiere
Un río carmesí surca mi piel,

La angustia y desesperación me lleva a un paroxismo histérico,

En balde trato de combatir las sombras y la duda,
Levanto mis ojos al cielo buscando consuelo,
¡No aguanto más¡
¡No resisto tu inquisidora mirada¡
¿Cuántas horas han pasado?
Pretendo mirar el reloj pero no me atrevo,
¡No consigo reunir el valor y el coraje!

Nuevamente chillas con sonoro ímpetu y me encojo más,
Mordiendo la almohada como un niño,
El cielo aún se ennegrece pero tu sombra parece competir con ella,
Es un atento aviso que estas aquí,

No pretendes marcharte,
Ahora escucho el palpitar de mi corazón,
¡Me horrorizo!

Me hundo en mis recuerdos,
Se arremolinan en un torbellino funesto,
¿Oh que será de mí?


Lágrimas brotan a caudales
Infame cobarde, tirano valiente...

Y es cuando noto que el crepúsculo se acerca,
Es sin duda; el momento más terrible,
Es en donde el mundo se hunde en la más profunda oscuridad
El frío cala todo lo viviente...

Y tú...
Condenándome sigues...
Petrificado en son de burla por mis acciones,
Mi boca amarga y sin saliva,
Mis nervios a punto de colapsarse
Es mi alma que no resiste más a la conciencia,

La muerte...
No podría llegar en momento más anhelado,
Pero...
Solo son sueños,
Tal y como mi vida entera;
No realidades,

Es por fin cuando la clemencia se apiada de mí,
La razón al fin domina la locura,
En tus ojos puedo ver un destello distinto,
Tus alas se abren
En un chillido triunfal muestras tus colmillos,
Retomas el vuelo

Y es cuando veo...
Veo tu forma verdadera...

Ni un demonio venido del infierno,
Ni un fantasma del pasado,
Tampoco un juez que dará su sentencia,

Solamente un murciélago asustado que extravió su camino y encontró mi alcoba...
Pero fue tu presencia lo que me mostró las quimeras en mí...

Así como mis miedos y conciencia...
Me hiciste llegar a la reunión de lo amado y odiado en mí vida,
Nunca comprendí mis errores
Jamás me perdone,
Ciego en vida,

¿Qué falsa puede ser la razón de un hombre?
¡Qué hipócritas somos al negar nuestros errores!
Fuiste la única cosa buena, pura y bella en mi vida y te perdí,

Después de tanto tiempo aún me dueles...
¡Sé libre hermano mío!
¡Vuela!
¡Entrégate a las sombras que yo te seguiré!

Despierto con una nueva vida
Mi agonía y muerte han llegado a su final,
¿Me llevara a renacer?...eso no lo sé...
Y después de una eternidad
Te vuelvo a ver en toda tu gloria,
¡Estas aquí!

¡No condenándome
¡Ni odiándome!
Tus brazos se abren lentamente
Me recibes en tu pecho,
¿Me darás el perdón, la paz y redención que necesito?
¿Por qué?

¡Si yo te maté!
¡Asesiné tu ser!
Y aquí estas con tu sonrisa tierna y angelical,
¡Aquí estas!

En vida purgué mi culpa con cada respirar y cada palpitar,
Ahora con mi muerte estaré junto a ti,
Aunque solo sea una vez. Por siempre... y...



Un cadáver fue encontrado en una vieja habitación con una sonrisa pacífica y lágrimas aun en su rostro, en su escritorio se encontraron hojas escritas con sangre y una pluma de ganso…La Causa de la Muerte un Misterio…

 

Belleza sombria belleza, intensidad, autoreproche, vida y muerte, sombría realidad, así se ahoga uno en un poema como el tuyo, pareces divargar pero regresas, es fácil ver como recreas los últimos instantes de tu personaje suicida, no hay más, mas me llevó la lectura a pensar en cuanta filosofía invade a los seres a quienes ya les pesa el vivir e huir intentan, te he leido y admirado.

Un saludo

Jaime

 

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