Media hora para el lunch

Ayer a la hora del lunch

comí solo

en la banquita del parque;

hoy comí amparado bajo

la fronda del pino;

no había grillos

no había niños en el parque;

sentí que mi espíritu

escapaba en la palidez de un sol

marchito,

y me asaltó un chingo

de miedo

—y como aquel chiquillo grandulón de la escuela

que de niño me hacía mano de cochito—,

de rodillas me obligó a pedí perdón:

perdón por nada.

 

Interesante lectura que deja una sensación de qué algo más queda por decir y perdonar a pesar del final: perdón por nada

Saludos y buen viernes

 

El lunch, parece trivial, pero revela tantas
cosas sobre uno mismo -luego de un largo
rato de quehaceres que no nos permiten dedicarnos
a nosotros mismos, que nos someten a rutinas que desensibilizan-.
Y de pronto, violento y abrupto llega.
Unos están solos, otros en grupos. Los solitarios
nos resistimos o entregamos a la fragilidad, los
gregarios, la pasan por alto hablando cosas que
no significan nada -pero divertidas, muchas veces-.

El lunch nos dice mucho. Aprender a disfrutarlo
mientras nos devuelve a nuestro centro, para luego
enfrentar otra jornada de 'sin sentidos' que acarreen
el pago a fin de mes.

El lunch.
Poema muy observador.