1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Meditación del ser

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por carlos lopez dzur, 25 de Febrero de 2008. Respuestas: 2 | Visitas: 609

  1. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    25 de Febrero de 2008
    Mensajes:
    3.493
    Me gusta recibidos:
    51
    Para aquellos que meditan el ser,
    que lo escuchan con la intensa sed
    del ser-acompañante
    y el hambre de encuentros con la biología,
    diré... que existo... y soy en un pensar determinado.

    Medito en torno al ser siéndolo según lo soy
    y a veces hallándoles a ustedes
    en este soluto que persiste,
    a pesar de todo, y que nos lleva a perseguirnos,
    a estar juntos en algún punto del soñar,
    en algún espacio del vivir.

    La Palabra me permite andar despierto
    y enamorarme de todo lo que es bello.
    La mujer maravillosa está en algún resquicio
    de la andanza con misterios llenos de piel,
    con belleza llena de cantos.

    En todas sus edades ellas afloran
    como luz del alba;
    se escapan y se diluyen
    como plenilunios en los abismos
    del amanecer.
    Siempre bellas se van
    y siempre bellas vuelven.

    Todo lo bello me gusta,
    ¡ellas, sobre todo!
    sus pezones, que son ubres de Nut
    sobre el círculo del cielo,
    sus nalgas redondas
    que los tersos firmamentos fincan
    para gozo de la varonía, ctónica y telúrica.

    Con lindas piernas,
    como las niñas tienen, los pasos
    pueden ser abundantes como edades
    de sol o de penumbra; en lo femenino están
    los juegos más sublimes, las fases son únicas,
    las distancias breves, sorpresivas, novedosas.
    Y se anhela caminar, deambular el alma
    porque todo es infinito y color de rosa.
    De la mollera al calcañar, sólo se aprende
    dicha, error sin desconsuelo,
    herida que no sangra,
    machuconcillos cósmicos,
    asombro crediticio.

    ¿Y qué tal la voz
    cuando el río de las sílabas se abre
    entre peñascos su camino refrescante
    y en las ortigas del habla y del oír
    se cede al cauce, se sumerge todo?

    ¡Qué bello a la postre nos resulta
    la plena comunicación, la sincera fruta
    de una luminaria, dulce cosecha
    del que dice te quiero, me gustas,
    qué buena onda,
    qué padre, ay, maravilla,
    qué bellos los que anhelan,
    los que dilucidan,
    los que enuncian el porvenir,
    los que preguntan con sabiduría,
    los que aprueban con sensatez
    y los que obsequian
    con solícita cautela,
    sin rigor, sin mentira, sin egoica pasión
    de truhanes ni vulgar oportunismo...

    ¡Qué bellos, me gustan, los quiero,
    los bendigo, los festejo, les hablo
    con mi canto, humildemente orgulloso
    para que no me olviden
    y me quieran más!
    ¡Les necesito!

    Y bueno es que estés ahí, meditador del ser,
    venciendo la sorda mudez de los ecos.
    Que te invites, convocado a la palabra amorosa,
    que traigas tu agasajo de frases
    parecidas a las mías, pero con ese toque
    que sólo tienes tú, con ese aroma
    que sólo transpiras tú desde el fondo mismo
    de tu casa biológica, tu viaje
    desde el asomo amiótico al ego individuante,
    tan bélico por su ruido, simulacrado,
    perspicuante, tan transido en sombra
    y muerte y angustia y agonía.

    ¡Pero no estés triste, meditador del ser,
    yo amo a los que hablan
    hasta en lenguaje de silencio!

    A veces me sorprendo
    del aún inagotable todavía-señero
    poder-del-ser-romántico,
    a pesar de todo y de su frívola fantasmagoría,
    romántico (porque tiene mal eco decirlo)
    por ponerse una etiqueta de pureza,
    sin sustancia, de espiritualidad en tanganillas,
    como estila el zángano en la mufla
    de la nada, sin justificar un soñar en apetito
    y ansia y coraje y pasión,
    sin atreverse a sustanciar al ego
    y reclamar a esa mujer amada
    que bendice, en libertad, sus besos,
    sus coitos, sus entregas, sus orgasmos
    y sin amasarse con su trigo siendo parte de su pan
    y suerte de su destino, su porvenir y su soluto.

    Sí que soy romántico y a veces no lo soy.
    No me muerdo los labios al decirlo
    ni me tiemblan las piernas
    ni visto de santurrón en ascuas
    al proclamar lo que dicen
    los falsos románticos de esquina
    por fornicarios y atorrantes.

    A la libertad la forjo con vida.
    El amor me lo como con calma,
    y soy pan que come pan;
    soy la risa y el contento del romanticismo,
    no la suicida jornada del desalentado,
    no el escudo de cupidines de feria
    en el monte, o la plaza, o el casino.

    Amo porque quiero liberar.
    Amo porque protejo
    y ensancho mi horizonte,
    mi placer, mi dicha.

    ¡Sí que soy el caballero del individualismo
    hecho de pan y mujer, de amor y niños y juegos
    y pasión en cielo y tierra.


    ¡Viva la vida de los hombres auténticos
    del mundo, muérase el odio y sus miserias!
    La soledad no me aterra, no la hay ad infinitum;
    ella me nutre, mas sí... hay fracasos y desilusiones,
    pero nunca se es romántico sin haber
    vivido el ser en desesperación
    y nunca se es romántico, sin una mujer
    a la diestra que te diga:
    ¡Hombre, despierta, canta, glorifícate en mí,
    vibra en el cosmos, que te doy el OM de la alegría
    para que vibres en el esquema sonoro de las aguas
    y seas quark en la física del quantum y sus soles!

    ¡Qué bello es el placer aunque sea breve!
    Ah sí, pero su belleza es eterna y nos compensa
    y la Naturaleza da dos lamparones, los ojos
    para que veas sus cuerpos, una nariz que magnifica
    su aroma, unas manos que descarnan la caricia
    para dar células complementarias de infinito...

    Y la mujer nos desnuda.
    ¡Es lo maravilloso!
    Que su desnudez nos intime
    con tan intenso trámite de esencias,
    que devuelva la progenie del topós uranus,
    en la juventud de la alborada,
    que nos haga sudar la gota gorda
    por una jerarquía deslumbrante
    en deleites del ser-ahí-sobre-su-reino...

    Yo me transubstancio porque me necesita.
    Me vinculo a la diosa de bellos vellos púbicos.
    Me arropo con sus senos.
    Acaricio sus dos glúteos fabulosos
    que me enloquecen. Beso, por lo mismo,
    las frutas de sus seno, su ombligo,
    su púbis. Me reencuentro en sus pies.

    Ella me reemplaza
    con dulzura que gime,
    con pasión que es la fiera del origen,
    el alfa y la omega, el latido del corazón
    que vibra en la molécula,
    que vincula a las lunas,
    a mares, a víboras, a bisontes,
    a las Cuevas de Altamira, a glaciares
    con azul de la más femenina transparencia,
    siglo a siglo, milenio tras milenio...

    Hay una dicha inefable en ser protagonista
    de placer y belleza, de asombro y de pasión,
    de alegría comunicante, de fiereza satisfecha.
    Es una virtud roer de tales huesos y glorificarse
    y lamer de esta experiencia,
    oficiar en tales templos
    al litar sobre la colcha
    ofrenda de ninfa,
    de mujer, de lingam-yoni
    en vez de sobre piedra dura de rutina.

    2. La salud

    Para ustedes que meditan el ser
    y me comprenden
    y sospechan cuanto me obsede el erotismo,
    la mitopoesía, les comunico:
    Cobijad, como yo, el canto,
    abrid sus ojos a carteles, a fotografías,
    a las piezas escultóricas de griegos y neoclásicos,
    a las niñas que pasan, a las chicas del campo,
    mirad a las flores que están
    en carne y hueso floridas
    como arboledas y pradejones.

    Amad a esa mujer que está en la casa
    y todo lo que mencione sus símbolos, sus mitos,
    su padecer y su alegría,
    su necesidad y su capricho.
    Todo es el saldo en la tierra de Don Nadie
    de las que han sido luz en lo oscuro,
    lo bello a la mano!
    ... por de pronto, revelo este secreto:
    ¡la salud existe!
    y presenciarla en la piel, ajena o nuestra,
    es dar ojos a los huesos
    para que la sirvan desde adentro,
    la gocen desde el tuétano y su calcio.

    Vitalizada la sangre marchita
    es resurtir las aguas en los sumideros;
    es bendecir a las hormonas
    (que son nichos de vírgenes y ninfas
    y golfiñas, o gopis,
    o doncellas tribales de las ansias,
    las brujas preclaras de la seidad
    y el misterio biótico de la verdad entitativa).

    Meditador del ser,
    salud es dar belleza a lo posible
    y hacerlo es lo más supremamente grato,
    conclusivo, compensante, ideal,
    el poetizar que festeja su tesoro,
    el placer que perpetúa su orgasmo.

    ¡Qué bella es la salud
    de las mujeres y los hombres,
    de los niños y los recién nacidos!
    ¡Qué bella es la hoja verde
    por plena clorofila
    y la sustancia más roja de los pétalos,
    más que bella y la transparencia más blanca y bermeja
    de las rosas, los claveles y las margaritas,
    un gozo es, esperado beso!

    Azul que sea la inmensidad,
    azul de crisantemos, azul de océano,
    azul la belleza acumulada
    del que en el ser medita
    y lo halla y lo ofrece
    y lo declara por amor.

    Yo soy un hombre azul,
    romántico sin tristeza de todos los días.
    Filtro el alcoiris desde la jolla subterránea
    de mis ojos que se avolcana
    en pos de su ilusión trayéndola a la mirada fija,
    a ojos clavados en mujer, en cumbres,
    en sueños más duraderos
    que el hueso y su progenie.
    Que el mundo degradado y sus mundanidades
    post-históricas, publicitarias, indecentes...

    ¡Que se valga mirar como a las nalgas
    de las niñas montareces y puras,
    como a sus senos túrgidos y bocas vírgenes,
    a lo bello de ese abrirse en esperanzas,
    a lo prometedor de esa liberación en ciernes,
    a lo necesario de ese restañido de ternura!
    porque como sámagos abiertos y brotados
    del occiso en el rincón más criminal del abismo,
    brota siempre la posibilidad de lo más noble,
    lo oculto, sanador, lo insolícito
    que la psiquis estructura,
    por amor a lo bello,
    por mandato del Eros,
    no en azar, sino en olvido.

    La esperanza empuja la tapa
    del vil caos, primitivo, olvidado
    y por artificio de apego, hay cosecha
    y se da color de pájaro a los cielos
    y voz de truenos a las cumbres.

    3. Dolor de parto

    ¡Qué bello es el dolor de parto,
    sus continuidades de fruto,
    sus fases intermedias que dan color
    a lo finito, a lo incompleto,
    sintáxis de futuro y genética
    a partir de una raíz
    infinitamente interconexa,
    programada en libertad
    para los cambios!

    ¡Qué bello el peregrinaje secuencial
    y su finalidad cimera: la belleza es triunfo,
    fruta madura y en boca saboreada
    es del que come y comparte y bendice!
    Casi todo dolor es social, innecesario.

    Casi toda angustia es culpa, insuficiencia.
    ... pero ustedes que meditan sobre el ser
    y han sido buscadores, testigos, héroes
    dentro de este despliegue tan duro de potencias,
    ¡sed pacientes, yo lo soy
    y me duelo a veces hasta ese coño
    del hastío... Derramo bilis...
    tendrán que haber descubierto como yo,
    asidos al dolor de crecimiento todavía:
    la larva no es destino,
    en todo hay metamorfosis,
    el viaje no cesa.

    El dolor se deja atrás en favor de la canción
    que se derrama en la vagina de lo hermoso.
    No hay tristeza que permanezca en lo oscuro
    sin fluirse al útero de gracia,
    a la desnudez vamos, echamos el ropaje
    de tirria y de tedio, pies abajo,
    nos pegamos a ese cuerpo que hay que lamer
    como sol sátiro, caliente de vibra y escozores,
    hasta que cese cada límite de prohibición y cuita.

    ¿Que ella correrá como patas de cabras,
    que se esconderá de la voz que la llama?
    ¡Mentira de la Maya, la voz de lo bello
    es invencible, su raíz ardiente,
    su premio seguro y exquisito!

    La mujer es redención en sentimiento
    y subirá a la hamaca del deseo
    como si la llamara el aire de los bríos
    y ¿quién hay? ¿alguno
    que pueda nadar contra corriente
    cuando la mece con ternura
    el deliquio más gentil de la carne,
    su espíritu que da voces, compañía,
    otredad de universos plenos y armoniosos?

    Meditador del ser, flauta en boca,
    con mi canto paso los besos del futuro,
    doy el abrazo de esta mañana,
    en la tibieza de esta noche
    en la cueva de los faunos.

    A pesar de la rémora que detiene mi voz
    y de las tinieblas que cercan el diálogo,
    ahí anda despierto
    un ser cachondo, crítico,
    un ser-acompañante
    un ser en pos de amor
    y de belleza
    y orden
    y poesía.

    2-6-1996 / Carlos López Dzur

    http://es.geocities.com/baudelaire1998/contracultura.html
     
    #1
  2. Francisco Lechuga Mejia

    Francisco Lechuga Mejia Poeta que no puede vivir sin el portal

    Se incorporó:
    11 de Septiembre de 2007
    Mensajes:
    33.672
    Me gusta recibidos:
    2.612
    vaya amigo, que poema, sin duda el titulo no le va, y no le va porque tu poema no tiene nombre, es genial.
     
    #2
  3. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    25 de Febrero de 2008
    Mensajes:
    3.493
    Me gusta recibidos:
    51
    Gracias, Francisco, por tu visita y lectura. Siempre bienvenido.

    CARLOS
     
    #3

Comparte esta página