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Memorias de mi cadáver (Completo)

Tema en 'Poemas Góticos, ciencias ocultas y Misteriosos' comenzado por thequietdeath, 5 de Junio de 2013. Respuestas: 1 | Visitas: 781

  1. thequietdeath

    thequietdeath Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    7 de Julio de 2006
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    Género:
    Hombre
    I


    Mi alma confusa como las sombras
    vuela temerosa sin destino fijo,
    sobre el viento frío de la noche,
    a oscuras, en la penumbra de mi soledad.

    Mis lágrimas caen sobre el vacío
    en un abismo inmenso, infernal,
    y el eco de su débil voz aguda,
    rompe sobre algún sitio presente,
    retumba en el silencio de mi pasado.

    Estoy vivo, o más bien estoy muerto,
    alas tengo, un ángel me he vuelto,
    y volando hacia el infinito
    mi espíritu sube, involuntario,
    como una horrenda pesadilla.

    Y sueño, que vuelo y vuelo,
    y en lo alto, en las nubes flotando,
    a lo lejos te veo, tan lejos, tan lejos,
    y ya no quiero estar en el cielo,
    quiero caer, caer tan rápido,
    como un rayo de fuego,
    y llegar hasta ti tan lento, tan lento
    como una caricia del viento.

    Ya no quiero llegar al cielo azul,
    la luz lastima mis húmedas pupilas,
    mi alma grita a la oscuridad pérdida,
    y un ángel caído quiero ser.

    Para poder vagar entre las sombras,
    un ente errante por la eternidad,
    para poder estar cerca de ti siempre,
    vigilando eternamente tus sueños.


    II


    ¿Dónde está mi cuerpo?
    ahora yace en la fría sepultura,
    se ha quedado sin luz, sin aliento
    perdió su color, ahora está muerto.

    Perdido en una oscura celda,
    resucitando a la muerte alada,
    con el corazón sangrando, herido
    por la punzada que mi vida segó.

    Y ahora nace en mí la nueva vida,
    no es aquella llena de luz y alabanza,
    no es esa vida soñada de esperanza,
    es mi vida hundida, perdida, ahogada
    en la penumbra y en las sombras,
    en la soledad eterna incautada.

    Condenado por siempre a vivir
    en la oscuridad, huyendo de la luz
    como un vampiro sediento de amor,
    desesperado por sentir tu calor
    por encontrar la forma de tu cuerpo.

    Arrastrando mí pena por los fríos muros
    de este lúgubre y vacío templo,
    la morada de mis inhumanos restos,
    ostentosa, imponente, incoherente,
    catedral construida para la muerte.

    Te mirare oculto mientras vivas,
    hasta el ocaso de tu tierna vida
    y en lo eterno de mi triste suerte,
    aullando cual lobo enloquecido,
    llorando de dolor todas la noches
    hasta el fin de todos los siglos.

    Aunque mis ojos se llenen de amargura
    y mi alma se vuelva insípida, cruda,
    mi ser permanecerá junto a ti
    atrás, en la sombra, donde no me oigas,
    en el eco del viento donde no me veas.

    Suspirando por mi condición humana,
    cuando podía sentir tus cálidos labios,
    cuando podía sentir el amor de tus besos,
    cuando me abrazaba a ti buscando tú aliento,
    que me embriagaba los sentidos y el cuerpo.


    III


    Y aquellas noches de luna llena,
    cuando tus bellos ojos me miraban,
    podía mirar en ellos las estrellas,
    podía mirar en ellos la paz de tu alma.

    Ahora perdido en la inmensidad oscura,
    ahogado en una distante y perdida locura,
    quiero tocarte, abrazarte, besarte
    pero solo siento el frío de la noche,
    triste, helada, silenciosa como mi tumba.

    Me conformaré solo con poder mirarte,
    aunque en tus ojos no pueda reflejarme,
    no podré mirar más que el aura de tu ser,
    amare por siempre ese brillo constante,
    será lo único que mi “vida” pueda soportar.

    No me veras más, pero me sentirás en la piel,
    en las noches, cada que el viento sople,
    cuando la brisa de la madrugada te toque,
    será mi alma melancólica la que te abrace.

    Y sentirás en tu corazón la llama de mi amor,
    y en cada célula, en cada fibra de tu ser,
    sentirás el eco apagado de mi triste canción,
    que te gritara con un murmullo apagado,
    llorando desesperado, lo mucho que te amo.

    En las sombras, en esta infinita y eterna oscuridad,
    por los mil años pasados mi voz se escuchará
    vibrante estridente, desde el más allá,
    en el presente de mi resurrección,
    en el futuro incierto de mí roto corazón
    que se niega insistente a dejar tu amor.


    IV


    Desde hoy la muerte silenciosa me acompañara,
    vigilando mis taciturnas noches me abrigara,
    celosa, imperante, distante en las tinieblas,
    llorara mi alma por no tener más consuelo
    que una mirada profunda de tus ojos tristes
    y un suspiro en recuerdo de tu tierno corazón.

    ¿Acaso me amas tanto como te amo yo?
    ¿me extrañaras tanto como te extraño yo?
    si por ti abandone la paz, y mi vida calmada,
    renuncie a la luz divina, a la que Dios me llama,
    solo porque la muerte quiso ser mi aliada.

    Mi alma no se conforma con estar de ti alejada
    y pide que jamás te apartes de su débil aura,
    pero al final del tiempo mi princesa amada
    cuando las hojas de mi árbol también caigan,
    y las cenizas de mi cuerpo no existan más,
    aun cuando tu vida haya muerto también,
    y renazca tu alma en la gloria iluminada.

    Aun así, lo que quede de mi triste existencia,
    olvidada en el fondo de mi antigua morada,
    te amará igual que en esta extraña vida,
    como te amé siempre en esta condición inhumana,
    porque no es mi cuerpo lo que te entregué
    aquella dulce noche cuando dije que te amaba,
    en ese momento te entregaba entera el alma.

    Mi alma que ahora llora por la paz no encontrada,
    buscando el consuelo en tu preciosa mirada,
    que se ha apagado junto con mi última llamarada,
    ahora tu sombra se convierte en un fantasma,
    y por un instante puedes mirar el brillo de mi alma,
    pero la luz te absorbe, escapando de mi mundo,
    este mundo que me consume sin fe, sin esperanza.

    Solo vivo en esta eternidad quieta, inmutada,
    condenado a recitar por siempre una plegaria
    que toda mi vida muerta te dirá que te ama,
    y que a donde vayas viva o muerta te seguirá
    esta sombra quieta que vive por su amada.


    V


    Sea solo un dulce y negro sueño,
    sea la realidad que estoy viviendo,
    sea ya mi inesperada muerte.

    Es solo mi mente en el laberinto de mi suerte.
    Donde nada es cierto y todo es verdadero,
    donde nada está escrito pero el destino cumplido,
    donde algún día nos llegara el olvido.

    El pasado no importa más, jamás volverá,
    y el futuro algún día inevitablemente vendrá,
    esté medio vivo o esté completamente muerto,
    estés conmigo, o con la fría soledad a mi lado.

    En este presente aún estás conmigo, aún vivo,
    en mis quietas horas eres tú la luz de mi destino,
    el ángel guardián que me acompaña en el camino,
    y tu cuerpo mi morada, mi vida, mi ente divino,

    Hoy escribo para ti este canto mujer amada,
    con la alegría de en mi vida tenerte,
    pero con el temor de alguna vez perderte,
    en el presente o en el umbral de la muerte.

    Porque a mis tristes noches olvidadas
    iluminaste con la luz de tu divina alma,
    y me preguntas si te creo buena o mala,
    y te digo, no lo sé ángel de mi corazón,

    Si eres buena, tú representas mi salvación,
    si eres mala, que se condene mi alma
    aunque seas mi perdición, te daré una razón,
    simplemente te amo con todo mi corazón.
     
    #1
  2. Sol de mañana

    Sol de mañana Poeta veterana en el Portal

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    Muy bello, y sentido, saludos y estrellas.
     
    #2

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