Mi abuelita

Mi abuelita es navajera, ya lo era en los sesenta,
ahora no se mete nada y sigue igual de violenta.

¡Qué le gusta un arma blanca!, lleva el acero en las venas,
cuando las empuña siente que es la mismísima Xena.

Le están fallando las piernas, dice le falta su dosis,
yo no sé como explicarle que se la come la artrosis.

Salen corriendo tras ella y mi abuela no se raja,
cuando se ve acorralada tira siempre de navaja.

Le digo que basta un corte pero la abuela se ciega,
luego le duelen los hombros y me toca darle friegas.

Soy su nieto oveja negra, me llama pobre borrego,
yo la quiero pero evito acabar en el talego.
Si no valgo para el crimen no es por falta de cojones,
que si fuera por la abuela sería Michael Corleone.

Hemos hablado y por fin reconoce que es mayor,
ahora quiere que le enseñe a usar el ordenador.

¡Cómo aprende la jodía!, pero le tira su mundo
y ya sólo se conecta al Internet mas profundo.
Han pasado once semanas y en la red ya es todo un mito
por cometer en tres meses mas de mil ciberdelitos.