Mi Chinito.

Toma mi mano cuando estés arrodillado
que las sombras no apaguen el brillo
de tus ojos achinados,
si te encuentras doblegado
úsame de bastón,
descarga en mí tu tormenta de enojos y de iras
que yo sabré aguantarlas,
ignoraré tus gritos,
perdonaré tus ofensas,
mientras vea que así
descansa tu pena en mi alma.
Déjame reconfortar tu corazón rasgado
con algún mimo en la espalda,
de esos que de niño te encantaban
cuando te dormías entre mis brazos
de hermana mayor mientras cantaba,
desahoga en mis hombros
esas lágrimas que te tragas,
lloraré contigo tu dolor
y enjuagaré con un beso tus lágrimas.

Estoy, como estuve invariablemente,
como estaré siempre,
velaré por tu bienestar ahora que eres un hombre
igual que ayer
cuando te vi por primera vez
escondido entre las sabanas de la cuna,
con los ojitos más preciosos que puede haber,
y me enamoré,
así eternamente te veré,
indefenso, vulnerable, sensible
el más dulce de todos los bebés
aunque pase el tiempo,
mi chinito seguirás siendo
y te protegeré.

Que no diera yo
por evitarte cualquier mal
y ahuyentar todos tus fantasmas,
por demostrarte que la vida
que no es fácil,
da revancha y nunca es tarde,
que tienes todavía el mundo por delante.
Que no diera yo,
por ver tu sonrisa picara
y escuchar de nuevo tus carcajadas,
que tu alegría inunde los días,
y que puedas ser… Feliz.​