Mi madre sobre el amor y la literatura

La creación literaria me resulta del todo confusa. Cuando era un niño o un niño adolescente, soñaba en convertirme en escritor de éxito ya que mi madre era una ávida lectora y admiraba a algunos escritores. Ella era médico, pero cualquiera que la conozca sabe que no era uno de esos médicos con una mentalidad puramente científica, o al menos, no de aquellos que entienden la ciencia como una disciplina puramente racional y fría. Mi madre era muy humana. Y ejercía la medicina como tal. También como madre fue muy humana. Y como lectora igualmente. Ella leía poemas misteriosamente sensibles y profundizaba en largas novelas que yo nunca he sido capaz de leer. Y a día de hoy ni siquiera me llama la atención profundizar en esa práctica. Esos al fin y al cabo eran los gustos de mi madre; y al fin y al cabo ella sí disfrutaba la literatura. Ella leía entendiendo lo que leía. Y si yo hoy escribo aquí es por herencia de mi madre. Por lo que supo transmitirme de amor hacia la escritura.

Difícilmente podría yo transmitirles aquella que mi madre disfrutaba, aunque os aseguro que de haber conocido a mi madre en profundidad, serías capaces de leer las palabras con un gusto un poco mayor. Pero hasta los ojos más infantiles se fatigan y mueren. Hasta los príncipes más resplandecientes enferman y caen. Y mi madre eso lo sabía muy bien. Por eso mismo ejercía la medicina y por eso mismo se especializó en pediatría. "Nuevos vendrán que bueno te harán". Y así me mimó infinitamente mi madre, talvez esperando que yo sabría como trascenderla o como cumplir todo aquello que ella no fue capaz de cumplir, pero el nivel estaba realmente alto. Al final, mi madre no era tan especial solo que era mi madre y muchos de vosotros sabrán de que les hablo porque hay muchas buenas madres en el mundo. Si mi madre era tan buena no fue porque leyera tanto, ni porque estudiara tanto. Esas cosas pueden ayudar pero no es por eso. Mi madre irradiaba un amor profundo que llevaba por sonrisa y que era capaz de transmitir en los días buenos a aquellos que se atrevían a mirar. He tenido una suerte inmensa con mi madre. De veras deseo que vosotros seáis capaces de alcanzar ese tipo de fortunas en la vida y que yo pueda seguir experimentándolas también porque todo acaba. Y hasta las personas más fuertes; hasta las más sabias; hasta las madres más amorosas caen. De hecho, muchas veces la gente más amorosa y más buena se va antes de tiempo. Pero una vida amorosa es mucho más feliz.


Muchas gracias por la lectura.