Mi oculta soledad...

¡No puedo seguir huyendo
de esta brutal realidad!

Hoy ya no te siento entre mis brazos
y mis parpados no controlan la
humedad de una lágrima que se me escapa
frente a tu foto, que entre miradas ignoro,
para no darle a mi garganta
el mal sabor de esta soledad.


Tu aroma aún está en mis cajones
donde ya no guardo más que mi mediocridad,
el chaleco que nunca usaste,
y la prestobarba que se oxidó.
Mi cuerpo no se acostumbra a
ocupar por completo nuestro colchón,
arreglo tu almohada,
bajo ella
frágil recuerdo de tu pijama.


La luz encendida de tu velador
sólo me tortura.
Ya no sé cómo llorar.
En el mismo lugar me quedo inmóvil.
No sé...¡Tal vez
algún día
decidas regresar!​