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Mi primer amor.

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por wilson yupanqui, 14 de Marzo de 2021. Respuestas: 7 | Visitas: 1014

  1. wilson yupanqui

    wilson yupanqui Poeta asiduo al portal

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    Mi primer amor.


    Se llamaba Valentina, tenía la mirada tierna y dulce como un cielo de verano, la sonrisa tan blanca como la espuma de las olas del mar, linda y cándida como el despertar del sol sobre las cumbres de los cerros pre andinos que dividen la franja costera de mi Perú querido, entre trinos diversos de los pajarillos matutinos que revoloteaban traviesos entre las ramas de los árboles del parque solariego.

    En aquellos días que hoy regresa a mi memoria, soñábamos tantas cosas posibles y bonitas que tratábamos de plasmar entre complices sonrisas, en nuestros años juveniles, mezcla de candidez y ternura, íbamos despertando a la vida y sin querer, empezamos a escribir la más bella historia de amor que a pesar de los años, aún conservo intacto en mis recuerdos.

    Ella tenía catorce y yo dieciséis. Mi madre era costurera y se ganaba la vida cosiendo y zurciendo vestidos y todo lo que se le encargaba, una de sus clientas asiduas era doña Carmela, mujer con aires de alcurnia venida a menos, pareciera que en algún momento de su vida había frecuentado la élite de la sociedad trujillana, pero que ahora era tan solo un dulce amargo recuerdo, lejano e imperecedero, no por eso dejaba de ser glamurosa. Todas las semanas visitaba la casa para que le arreglasen los vestidos, asi pareciera que todo el tiempo vestía ropa diferente, la acompañaba Valentina, su primogénita, mi ilusión de juventud, mi amor primero. Tímidamente cruzábamos las miradas sin que su madre se percatase, nuestros ojitos vivaces se decían tantas cosas que nuestros labios callaban, estudiaba en uno de los colegios mas prestigiosos para señoritas, mientras que yo, había abandonado los estudios secundarios en el colegio cercano a mi casa, el gran José Olaya.


    La primera vez que pude estar a solas con ella, fué aquella tarde lejana de diciembre, que aún recuerdo nítidamente, llegó a casa a recoger unas costuras que mi madre había confeccionado para la suya, para mi buena suerte, mi madre no se encontraba.

    _Hola Joaquín.
    Está tu mamá?


    _Hola vale.
    No, no está...pero puedes esperarla.
    Salió por aquí cerca,
    no va a demorar...
    Pasa, toma asiento.


    Ella ruborizada, bajó de a pocos la mirada, pasó a la sala y tomó asiento, suspiró suavemente y levantando el bello rostro, sus labios dibujaron la más maravillosa y angelical sonrisa que ser alguno me haya regalado, fué el momento mas mágico, indescriptible y eterno que haya experimentado en toda mi vida, la tenía tan cerca, mi corazón latía descontrolado, la voz se me fraguaba y enmudecían las palabras, era obvio que estábamos hechos el uno para el otro, pero sabía ciertamente que su madre no lo permitiría.


    Llegó el verano y con el, la fiebre del trabajo en la selva, era las postrimerías de la década de los ochenta y debido al mal gobierno de entonces, la falta de trabajo y el pan diario, mucha gente emigró para trabajar en las plantaciones de palma, donde se ganaba bastante dinero, como muchos de mi barrio emigré en busca de nuevas oportunidades, año y medio me alejaron de mi hogar y mi mas preciado sueño, uno va creciendo y en el camino de la vida muchas cosas van cambiando, pero mi amor por Valentina permanecía incólume, tal cuál como el primer día, quería ahorrar dinero para sustentarme, montar algún negocio en el futuro y quien sabe, realizarme junto a Valentina. Trabajé fuerte y duro pensando en ella cada minuto de día, era mi luz, mi esperanza y muy a pesar de la distancia, seguía siendo la fuerza con la que giraba mi mundo. El recuerdo de su hermosa sonrisa, alegraban mis días mas tristes.

    Volví a verla pasado aquel tiempo, un año, siete meses y veintitrés días para ser exacto. Había cambiado; sus rasgos finos se acentuaron, se convirtió en una hermosa adolescente, tan bella, sus ojitos volvieron a reflejar los mismos sentimientos que alguna vez nos unieron en secreto, era mas extrovertida, vivaz y esbelta, también yo había cambiado, mi aspecto era mas varonil, mas decidido. Sucedió de casualidad, la encontre al retornar de su colegio, al solo contacto de nuestras miradas, volvió a esbozar la misma sonrisa que me cautivó desde el primer instante en que la conocí, hechizando mis sentidos, corrió despreocupada con los brazos abiertos y sin importarle nada nos fundimos en un abrazo inmenso e interminable, con mis manos encallecidas acaricié su rostro dulce y tierno, nos miramos fijamente a los ojos y envueltos en la magia de aquel instante, nos dimos nuestro primer beso, sumergiéndonos en un mar infinito de nuevas sensaciones. Mi hermosa Valentina, mi amor primero, aquel momento, es uno de los tesoros mas bellos que conservaré en mi corazón hasta el final de mis días.


    Cumplidos los dieciocho años decidí enrolarme en el ejército, el servicio militar era obligatorio y la clase social como la mía no tenía opción, así que ni modo, tuve que cumplir con mi patria, Valentina con la mirada llorosa y el corazón afligido me dió su bendición, prometiendo amarme y esperarme siempre; me destacaron a la gran unidad de combate 8va División de Infantería acantonada en Lobitos, al norte del país, dos años de rigurosa disciplina militar moldearon mi carácter, en ese lapso nunca pude ver a Valentina, me consolaba imaginando cosas bonitas y acariciando recuerdos, alguna que otra carta que logré enviarla nunca llegó a sus manos, sucedió que los encomendados lo entregaban a su madre, quién se encontraba permanentemente en casa. Culminado mi tiempo de servicio salí de baja y retorné a mi ciudad entusiasmado e ilusionado, ansioso de volver a ver a Valentina, el barrio había cambiado, en una esquina a dos cuadras de mi casa, por donde pasaba una línea de microbuses, habían aperturado un foto estudio, cuyo propietario era un conocido de la familia, quién al saber que estaba de regreso en el barrio, me convenció para que le apoyase por horas en su establecimiento cuando el se ausentaba; el primer día que asistí al local, ese mismo primer día, me encontré con Valentina, bajaba del microbús justo en la esquina donde se ubicaba el foto estudio, salí presuroso a su encuentro, al darse cuenta de mi presencia, se acercó y me abrazó fuertemente, sus ojitos limpios comenzaron a destilar tibias lágrimas de felicidad, la voz se le entrecortaba y de la manera mas tierna y emocionada, me dijo lo mucho que me había extrañado, que no hubo un solo día que dejase de pensar en mi; la invité a pasar al local, estaba aún mas hermosa de lo habitual, su semblante se iluminó de una manera angelical, me contó que había ingresado a la universidad, que si Dios lo permitía, en algunos años se graduaría de doctora, conversamos de tantas cosas en tan poco tiempo, mirándonos tan dulcemente a los ojos, nuestros corazones volvieron a experimentar los mismos férreos sentimientos, cuyos lazos eran inquebrantables; nuevamente empezamos a escribir otra pagina más de nuestra historia de amor, muchos besos tiernos y sentidos te quiero , volvieron a brotar desde nuestros corazones y con un coqueto te veo mañana, se despidió sonriente y enamorada, sin duda alguna, la nuestra, era una historia de amor destinada a perdurar por siempre. Su madre se enteró de nuestros encuentros y desde entonces todas las tardes, con cara de sargento, permanecía por horas enteras en el paradero esperando que Valentina regrese de la universidad, supongo que su razonamiento era de que ella iba a ser una profesional y yo un don nadie.

    Unos amigos me comentaron la posibilidad de un trabajo de seguridad en las minas de Cajamarca, como eran tiempos convulsionados y golpeados por el terrorismo, necesitaban un fuerte contingente que hiciera frente a esa amenaza, juventud y temple tenía de sobra, formación militar de las mejores, el sueldo era muy atractivo, cuatro veces el sueldo mínimo vital de ese entonces, me presenté al curso de esfuerzo físico junto a ciento cincuenta postulantes mas, los instructores eran comandos de la marina de guerra, solo catorce hombres logramos culminar con éxito el curso, asegurando un puesto de trabajo a mas de cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar, una suerte de agentes de seguridad de élite capaz de repeler y neutralizar ataques terroristas a las instalaciones bajo custodia; intenté hacerle saber a Valentina mi pequeño pero significativo logro y lo único que conseguí fue enterarme que su madre, haciendo un rápido traslado de universidad, la envió a vivir con un hermano quién residía en Lima, otra vez el destino se interponía en nuestro camino.


    Pasado algún tiempo, la vida me sonreía en lo económico, en lo sentimental, dejaba correr el agua de placer que el destino ponía en mi camino, Valentina era la dueña absoluta de mis sentimientos y de mi corazón. En cierta ocasión, sucedió que un amigo en común se casaba, la fecha coincidía con mis días de descanso, decidí asistir a dicho compromiso para compartir con él su felicidad, sin presagiar que esa sería la noche mas inolvidable de mi vida. Estaba departiendo con un grupo de amigos, licor y música agradable hacían muy amena y entretenida la velada, cuando de pronto, al volver la mirada hacía la puerta principal, tomada de la mano de su madre y elegantemente vestida, Valentina hacía su ingreso al recinto, instintivamente busqué su mirada, la seguí unos pasos con la vista, hasta que logré posar la mirada en la suya, no hubo palabras, nada mas gestos cómplices que solo un corazón enamorado puede descifrar, su madre que entretenida charlaba con algunos invitados, no se percataba de mi presencia, Valentina no me perdía la mirada, con un gesto de invitación le señalé la puerta hacía afuera, salí tranquilamente de la reunión, caminé hasta la esquina, esperé unos minutos, de pronto a mi lado se encontraba ella, nos abrazamos y besamos con frenesí y sin articular palabra alguna nos encaminamos hacia la carretera donde tomamos un taxi que nos llevó al paraíso. Esa noche ella fue mía y yo de ella.

    Retornamos al local unas horas mas tarde, su madre enfurecida le propinó una soberbia cachetada y con voz amenazante vociferó: Esto no se queda así desgraciado. Salieron presurosas de la fiesta y desde entonces jamás volví a saber de ella, la había perdido para siempre.


    Pasaron algunos meses y años sin saber nada de ella y como cualquier hombre de mi edad decidí darme otra oportunidad, conocí a otra mujer de la cual me enamoré, la conocí en el norte donde fui a trabajar de motociclista recorriendo un campo petrolero, había llegado de vacaciones a su pueblo natal, estudiaba en una conocida universidad capitalina, su espontaneidad, sencillez y madurez hicieron que me enamorase de ella, pero muy a su pesar tuvo que retomar sus estudios y regreso a la capital, meses mas tarde renuncié a mi trabajo y viajé para estar cerca de ella. Me instalé en el distrito de Los Olivos, en el cono norte de la ciudad, logré encontrar trabajo en serenazgo del distrito de Jesús María, poco a poco fui escalando posiciones hasta que me nombraron jefe de grupo, se me asignó una movilidad con la que patrullaba las calles del distrito; una mañana en la que me encontraba estacionado frente al hospital de policías, haciendo acto de presencia, vi a Valentina salir del nosocomio con la indumentaria propia de su profesión, le pedí a mi compañero de servicio que por favor la llamase, ella amablemente accedió a su requerimiento, al acercarse a la unidad advirtió mi presencia, con el corazón acelerado bajé del vehículo y corrí a su encuentro, nos fundimos en un abrazo tierno y cálido como lo eran los nuestros, nos miramos con ternura, acariciando su rostro que volvía a dibujar aquella fantástica sonrisa incomparable, tomé sus manos entre las mías, besé largamente su frente, que feliz volvimos a ser aquel instante, pareciera que nunca nos hubiéramos distanciados, conversamos poco, pero acordamos vernos esa misma noche en un centro comercial cercano a donde yo vivía, teníamos tanto de que hablar, se despidió sonriente y yo quedé en shock esperando ansioso que llegase la hora de la cita acordada. En ese instante se me olvidó por completo la razón de por que estaba en Lima.

    Acudí a la cita ilusionado, después de todo era el amor de mi vida, llevaba entre mis manos una rosa roja que tanto le gustaba, junto a un papel perfumado donde escribí los últimos versos que me inspiró por la mañana, llegué al lugar acordado con antelación, los minutos pasaban lentamente, la espera se volvió eterna, la gente iba y venía en distintas direcciomes con variopintos atuendos, los vehículo transitaban a velocidades descomunales, activando frenéticamente las bocinas, era un pequeño infierno al que nunca me acostumbré durante mi estadía en la capital. El tiempo transcurrió pero ella jamás llegó a la cita, me sentí desconsolado, desorientado, derrotado; a la mañana siguiente traté de ubicarla estacionándome en el mismo lugar del día anterior, por sí ella saliera y poder obtener una explicación, eso nunca sucedió, así que pasado unos días desistí de intentarlo nuevamente.


    Algunos años mas tarde, de retorno en Trujillo, caminando por las calles de la ciudad, me encontré con su hermana, nos saludamos efusivamente, conversamos de cosas cotidianas, banales, un tanto sin sentido, hasta que pregunté por Valentina...

    _ Y cuéntame Carol, que es de Valentina?

    _ ¿Qué, no supistes?
    Valentina murió. Sufrió un accidente de tránsito en Lima. De esto ya son casi tres años, fue algo extraño, había tomado un bus de eso que van por Los Olivos, saliendo de una reunión de trabajo, en el trayecto, por la velocidad del vehículo, el conductor no pudo frenar a tiempo y se estrelló contra un poste, parecía que estaba en competencia con otro vehículo por ganar un pasajero, qué locura, ¿pero sabes? Aún nadie se explica que hacía ella en ese vehículo, si vivía al otro extremo de la ciudad, quizá eso nunca lo sabremos.


    Quedé petrificado, sin saber que hacer o que decir, ahora entiendo porque no llegó a la cita, y yo, aún conservo el añejo papel con letras casi borradas por el tiempo, de aquellos versos que para ella escribiera aquella lejana mañana.

    _ Joaquín, ¿estás bien?

    _ Eh, si claro, todo bien, lo siento, no lo sabía, ha sido un gusto verte Carol, adiós...

    Y me alejé sollozando, caminando como perdido, pálido y envejecido, con el corazón compungido, minimizado ante el mundo, aquél día, junto a mis ilusiones, murió parte de mí, y por primera vez supe lo que es el dolor.



     

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    #1
    Última modificación: 23 de Mayo de 2022
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Me ha gustado muchísimo tu buen relato, conmover y explosivo final .

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  3. wilson yupanqui

    wilson yupanqui Poeta asiduo al portal

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    Gracias Maramin, no es la primera vez qe elogias un trabjo mío, que gratificante es saber que cuento con la admiración de tan ilustre compañero , maestro en letras.
     
    #3
    Última modificación: 17 de Marzo de 2021
  4. Mamen

    Mamen ADMINISTRADORA Miembro del Equipo ADMINISTRADORA Miembro del JURADO DE LA MUSA

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    Prosa del MES


    (Seleccionada por la administración entre las propuestas remitidas por moderadores y/o usuarios)


    Muchas FELICIDADES
    MUNDOPOESIA.COM
     
    #4
    A Manuel Bast le gusta esto.
  5. Elba Nery García

    Elba Nery García Poeta veterano en el portal

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    Felicidades , poeta , por el reconocimiento obtenido que destaca tu talento .
    Un abrazo.


     
    #5
  6. wilson yupanqui

    wilson yupanqui Poeta asiduo al portal

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    Muchas gracias por tus palabras, es un honor para mi tu paso por mis letras.
     
    #6
  7. Manuel Bast

    Manuel Bast Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Extraordinario relato estimado Wilson, sin dudas que una muy bonita y bien hilvanada historia de amor.
    Saludo tu inspiración, amigo.
    MANUEL
     
    #7
  8. wilson yupanqui

    wilson yupanqui Poeta asiduo al portal

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    Muchas gracias por tus palabras amigo, es gratificante saber que es de tu agrado mis letras.
     
    #8
    Última modificación: 7 de Abril de 2021

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