Mi propio Infierno.

Mi propio Infierno, mientras salgo a correr.
Es una demostración de mi alto poder.
Zancada a zancada, soy libre, como las liebres.
Pero no soy formal. Me porto como un animal. Escapo del reino vegetal. No me estoy quieto.


La gente, ¿ Qué piensa ? Huyo y fluyo.


La gente, en su ombligo.
En su sombrero.
En sus pantalones.
En sus pedestales.


Son sacerdotisas vestales. Antiguas romanas. Residentes en Lesbos.


¡ Insultos ! Ya vienen.
Los oigo.
Zancada a zancada.
En silencio.


Mis propias maldiciones, que son para mis adentros... Y me aguardan dos kilómetros.





Por delante, la victoria.
Mi corazón, y mi memoria.
Mi Creación es mi latido.
El latido se esparce por mi cuerpo.


¡ Puerco, idiota, malnacido ! Y soy el rey de la selva.