Mi querida abuela

La veo,
todas las noches,
allí sentada,
al lado de la chimenea.

El paso del tiempo,
se nota en ella,
recorre su rostro

Y si me fijo,
si su mirada se cruza con la mia,
es joven,
es dulce,
es tierna.

Su simple recuerdo,
me hace sonrreir.

Sus palabras,
son un bálsamo,
el sonido más dulce,
el néctar de los dioses.

Su ternura,
y su mano firme,
la mezcla perfecta

No me portó en su vientre,
me vió nacer,
y aun así la siento.
es mi madre,
la unión la creó ella.

Sus tiernas palabras,
su mirada dulce e indulgente,
sus gestos seguros,
la ternura de sus actos y reprimendas.

Fuerte me quisiste,
y te he fallado.

Buena has sido,
dolor te he provocado.
Y aún así, me quieres,
me adoras,
lo demuestras a diario.

Aún haciéndote daño,
me perdonas.

Lloras mis llantos,
me recoges en tu regazo.

Consuelas mi mente
Acaricias mi pelo,
lo peinas.
Siempre lo has hecho.

Tanta bondad me has dado,
qué poco te he devuelto.

Angustiada,
cuesta respirar,
al pensar en ello.

Solo dos palabras,
lo pueden definir,
vergüenza y arrepentimiento.

 

Ay, las abuelas... qué pena no estén cuando, ya maduros, sabríamos valorarlas como es debido.
Un placer leerte, me ha encantado.
Javier.