Mi última epístola

El cielo anaranjado me hablaba,
oh! como lo sentía fluir como caudal
Retorcía todo me ayer y lo convertía en un nuevo amanecer
Dulce atardecer que me hablas, mientras camino por estas estrechas avenidas
Recuerdo cuando caminaba elegante, florido y enorgullesido de primaveras
Querido atardecer, algo que no comprendo te miento,
Algo que siento llorar en mi
Nunca la podré tener me dices en tu claro anochecer
Y la luz del alba se refleja en tu rostro lúcido.
Luz del alba que tocas mi piel y me haces levantar de ayeres entumecidos
Me reprochas en la negra noche que me ha olvidado
Y el farol que posa en frente de mi ventana
Tiene algo en su luz que me recuerda cuanto te amo.
Déjame reposar te digo, y en los afines luceros
Olvido las tristes miradas de cesares apagados
Caigo atolondrado, en la cenefa de un gran engaño.
Y al final cuando veo esa estrella fugaz que me has dejado
Lloro y me voy, perdido en una nueva cosmovisión,
Perdido en el espacio,
Ese espacio que ahi entre tu y yo.