Mi viejo amigo.

Como se sentiría aquel árbol en el otoño, al ver sus hojas caer, al ver que se desprenden de el, con pensamientos suicidas, cada día al atardecer.


Que son en vano las emociones y ganas de desaparecer, que por sus raíces han de correr, por que sus pies están condenados a estar atados al suelo, y no se puede mover.


La luna como siempre, es testigo de su llanto, le consuela con su pálida luz, y le regocija sus entrañas extirpadas por el castigo eterno de la soledad.


Los cuervos malditos se burlan al escuchar sus historias, sus aspiraciones y sus deseos de recorrer el mundo, de caminar y llegar a aquel lugar donde siempre es primavera, donde brilla el sol constante y las ciguas vuelan, donde nunca oscurece, y donde sus frutos y flores de crecer nunca cesen.



Pobre iluso soñador, con una sonrisa casi vaga admira la libertad del ruiseñor, el deseo tan grande de moverse le impide ver la belleza que en sus ramas crece la hermosa flor que en primavera florece, las mismas que mantienen vivo al ruiseñor que encontró en su regazo un nido.



Mi querido viejo, amigo mio, no creas que por que estoy lejos me he olvidado de ti, árbol mio, mi viejo amigo, nunca olvido que de niño jugaba contigo, que tu sombra era mi cobijo, que te contaba de mis amores escondidos.



Querido árbol mio, mi viejo amigo, aprecia la sombra que brindas al mundo tu abrigo, escucha al viento que sopla en tu oído y disfruta el vals que baila contigo, y no pienses en la soledad como un castigo, conversa con los pájaros que tienes de amigos, yo siempre estaré aquí,siempre contigo.


Te agradezco tus concejos, y el haber llorado conmigo, tu pureza y belleza, me hacían olvidar mi tristeza, ahora ya soy un hombre, pero sigues aquí conmigo, tus enseñanzas, tus consejos y virtudes siempre, las llevare siempre en mi corazón, y seguiré siendo tu chiquillo.