Migajera

Tal vez sí,
es una migajera.

Recoge el amor
como quien junta migas de luz
sobre una mesa vacía.
Aprendió temprano
que el afecto a veces
no llega entero.

Del padre le quedó
un “te quiero” sin voz,
un abrazo que no volvió,
una palabra suspendida
como un vaso a medio llenar.

Le dijeron
que el amor se demuestra,
pero su corazón pedía sonido,
una sílaba tibia
que le dijera hogar.

Por eso ama despacio,
con las manos abiertas,
como quien teme perder
lo poco que recibe.

El hombre que dijo amarla
fue promesa de pan,
y terminó siendo eco.
La sostuvo un instante
y luego cerró el día.

Ella guardó las sobras
como quien guarda fe,
besos incompletos,
caricias que no se quedaron,
miradas que no supieron quedarse.

Es migajera
porque nunca conoció la mesa llena,
solo el borde,
solo el resto,
solo la espera.

Da más de lo que tiene,
se ofrece entera
por amores a medias,
porque su hambre
aprendió a llamarse amor.

Y aun así,
en el centro del pecho,
florece una esperanza pequeña:
que algún día
alguien se siente con ella
y no se levante.

-Dior