Miguel Hernández

A MIGUEL HERNÁNDEZ
Hay los que están para contemplar hasta donde sus ojos vean
no verán, más allá de ellos.
Hay los que contemplan y accionan con su verdad, pues, ven más allá...
Dejad sus letras derramad.

Miguel Hernández, vio, habló, escribió,
sufrió y murió temprano.
Un día de su vida se hizo muerte atrapado
entre letras y rosales, en el calabozo desterrado
con dolores del espíritu y enfermedades...
Quien estaba más enfermo fue, quien le atacó
quien quiso destruir, aniquilar, desterrar de la tierra
el manifiesto de sus obras.
Miguel, cuanta naturaleza te recibió en tu despertar
luego en campos de pólvora se oscureció tu andar
entre las sombras circundantes manejaste tus letras
con cierto dejo de tristeza puliendo la aspereza.
Entrelazabas el dolor de tu España destrozada y dolorosa
desde las cadenas que rodeaban tus manos;
más, siguieron tus palabras que germinaron en voces de amor.
¡Ah! Josefina, adicción a tu amada
converge como un tumulto tu plegaria
en elogios y entusiasmos perseveras con la nada.
Madrid te llama, te recibe, te atrapa
entre sollozos engulle tu armonía
te ataca noche y día
perseveras angustiado
escurres tus letras de hombre amado.
Tu fatiga sólo murmura
entre muros de elementos
mientras cae el tiempo turbio
solemnemente distraes el pensamiento de Josefina.
Eres la legión valiente
luchando por el vientre para tus hijos
absorto en tu fortaleza
despliegas la bondad, la humildad
siempre entre tu solemnidad.
Como alfarero de las letras
modelas el verso
evocando simpleza
en cóncavo y convexo.
Asciendes al cielo
sin dejar de tocar la tierra
como nube y su velo
radiante como estrella.
Allanaste caminos
tortuosos con espinas, misteriosos,
ansiaste otros destinos
que no fueran angustiosos.
Alumbrando pasó la luna
pastoreando anduvo el padre
no imaginabas la bruma
que cubriría tu estandarte.
Invernales huellas del alma
fueron el crisol de tu temple
antes que pedregosos otoños sin calma
invadieran tu mente.
Llegó el ave rapaz
desplegando sus garras mortales
de manera certera y fugaz
sembró tu tierra de males.
¡Ah! Miguel...
prodigio proclamado
eres cosecha del vergel
nuestro bien amado.
Estás entre arrozales
a la tierra ofrendado
como fuentes y arrabales
como el ser evocado.
Alfred Asís

 

Hermosa entrada al portal con estos excelentes versos que rinde un real homenaje a un POETA excelso.
Bienvenido
y Cariños