Mil veces merezco.

Que mil rayos me partan si desisto.

Que mi alma se apague si me aparto.

Que Caronte me arrastre suplicando

esperando el peor de los suplicios.

Que el mayor dolor multiplicado

muerda mis miembros mutilados;

Y mis ayes de dolor conmuevan

a un mundo al dolor acostumbrado.

Que me arrastren al rincón infame

donde la traición tiene su nido,

y arrancadme el corazón del pecho

condenándome al eterno olvido.

Terrible y Cruel parecerá el castigo

si ni siquiera el pecado es conocido.

Pero mil veces prefiero la tortura

si por cobarde y vil miro tu puerta.

Y en ese instante de esperar eterno

No nace en mí el alma de un poeta.


Dimas

 

Casi épico poema, intenso y original en su propuesta. Me ha gustado amigo Dimas, Un abrazo. Paco.