Minuto arriba, minuto abajo

Esta mañana,
en torno a las ocho y media,
minuto arriba minuto abajo,
el tiempo se ha detenido delante de mí en medio de la calle
y al débil aleteo de una libélula
que ha pasado rozándome la cabeza
se han puesto en pie todas las luces,
digo minuto arriba minuto abajo
porque no llevo reloj en mi muñeca
ni calendario clavado en mis ojos con una chincheta
que marque la hora de salida y llegada de mis trenes,
las campanas de la iglesia ya no emigran como las cigüeñas
y su llamada a los rezos suena a cualquier hora,
una fina lluvia cae sobre las aceras
pero no llega a mojar los zapatos,
hoy, minuto arriba minuto abajo,
el mundo se ha despertado en torno a las ocho y media.
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Qué espectáculo, amiga.
Digno de verse.
Y tú, en la última playa. ¡ Tan pequeñita ! Como la libélula.
¿ Dónde está Oriana, cuando se la necesita ? ¡ Que baje Oriana y lo vea ! ¡ Oriana existe !


Hay mucha controversia, en este sentido, del dilema eclesiástico, y las desavenencias con la ciencia y sus demostraciones, pues la ley de causa y efecto parece regir, antes bien, en los sucesos extraordinarios, y no en asuntos de andar por casa. Pero recordemos que esta vida física, es un soplo, y además, un milagro. Entonces, es pertinente la metáfora, y así, el establecimiento de puentes de unión, entre los reinos espirituales, y este plano físico de existencia.


Con lo cuál, tú, Oriana, puedes brillar.


Y no hay una autoridad eclesiástica que te tape, con una manta, para impedirlo.
Ahora bien, hemos de guardar silencio.
Ya que si uno dice: " Eh, que soy Dios. "
Parece desmedido, o paranoico.


Dejémoslo en " dioses del Olimpo, mitos y leyendas, dragones y mazmorras, el Paraíso terrenal... "


Aproximándonos, pues, a la fuente.
La fuente está en el corazón.
Y es, como tú bien sabes, diversidad.


Moraleja: " ¡ Es Osidiria, y no Oriana ! Lo cuál demuestra que yo tampoco soy Dios. "