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Mis aventuras en Kepler

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Jose Fercho Zam Per, 14 de Mayo de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 839

  1. Jose Fercho Zam Per

    Jose Fercho Zam Per Poeta recién llegado

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    De niño me llamaban el científico, porque siempre estaba tratando de inyectar a alguien, (vacunar, chuzar, clavar).

    En tiempos ya muy lejanos, una noche de verano, me encontraba con mi novia observando las estrellas, muy cogidos de la mano.

    Desde esa época me encantaba mirar a las estrellas, y comencé a adquirir ciertos elementos para observarlas. Así me fui entusiasmando hasta llegar a estudiarlas y trabajar como astrónomo.
    Cando descubrí este planeta, me quedé boquiabierto. Fue de no creerlo.

    Como científico que soy, me apresuré a describir las experiencias vividas en el planeta Kepler 452b.
    Como las experiencias son más valiosas que las palabras, comencé a armar viaje para ir a conocer el planeta y así saber si lo que nos mostraba el telescopio, era verdad.

    Bueno, veamos la lista de necesidades para el viaje.

    Primero, una nave espacial que camine a la velocidad de la luz, o algo más. Comida y agua para el viaje, cama para dormir, y varios juegos para no aburrirse. Ya con todo listo, pues a correr se dijo.
    Como el viaje dura la media pendejadita de unos 1.400 años luz, entonces toco anexarle al equipaje una cantidad considerable de animales de tal manera que alcanzaran para irme reencarnando en ellos hasta llegar. Debido a que no lograría durar tanto tiempo en mi propio cuerpo.

    El viaje fue placentero, dormí todo lo que no había dormido antes, al final del año luz 1399, desperté un poco mareado y desubicado. Solo ladraba y ladraba, en ese momento me acordé de mi esposa, y me di cuenta que ahora era yo un perro.
    Antes de llegar, me rodearon unas naves keplerianas, y me invitaron a seguirlas hasta su guarida. Ya allí me apuntaron con sus armas, que eran como rayos que salían de sus manos o extremidades superiores, que más bien parecían lazos, con los que me movían o transportaban.

    Ya en Kepler, me cogieron para analizarme, me hicieron todo tipo de exámenes conocidos por allá, la mayoría eran con rayos laser, gama, beta, triple x, en fin, con toda clase de rayos.

    Como el viaje era tan largo, tenía que dormir bastante, por eso me lleve un Big Bang, para que en un momento y de la "nada" emergiera toda la materia, y me despertase al llegar, es decir, un gran despertador que en un momento dado "explotase" generando la expansión de la materia en todas las direcciones.

    Después de muchos días de análisis e interrogadera, en lenguaje perruno el cual ellos manejaban muy bien, me cogieron como mascota de una familia muy prestante.

    Lo malo fue que me cogieron de muñeco de trapo, ya que me daban duro y me dejaban en cualquier lado, me sentía humillado, sin poderme defender.

    En Kepler todo es muy distinto a la tierra, sus paisajes son extraños, opacos y desolados, no cultivan la tierra, todo es procesado en laboratorios.

    Pero muchos siglos antes, disque el planeta era verde y hermoso, pero debido a las guerras y a la contaminación, lo habían vuelto así, todo estéril y feo, aunque ya lo estaban reconstruyendo.
    Al cabo de los meses, pude seguir con mis investigaciones terrícolas, desde allá podía ver la tierra, azul y hermosa, en paz y armonía era todo un paraíso.

    Experimentando con el tiempo, me pude ver cuando era niño, y repasar así toda mi juventud, todo porque allá tenían maquinas atrapa sueños, donde recogían los sueños de la humanidad. Todo lo bueno que la gente quería ser cuando grande.

    Pero por razones de la velocidad de la luz y todo eso que habla mi amigo Stephen, todo lo que veía era solo información antiquísima, pues la tierra estaba peor que Kepler, eso me lo dijo un rayo de luz que pasaba por allí, venia tan rápido como un rayo para avisarme que no creyera todo lo que veían mis ojos. Porque por el desarrollo y el gran avance del hombre habían convertido la tierra en un hoyo profundo y negro como la suerte.

    También alcance a ver el boso de Higgs, aunque se parecía más a una partícula ya muerta que a Dios.

    Los keplerianos eran muy desarrollados, su sociedad era perfecta, decían ellos. Todo funcionaba como un relojito suizo, nadie se adelantaba ni se atrasaba.

    Los bebes de Kepler, no vienen ni de parís, ni de china, los hacían en una maquina centrifugadora de hombres, por eso eran tan deformes.

    Cuando las parejas tenían su única oportunidad de reproducirse, los sentaban a cada uno en una silla como de odontólogo, amarrados y conectados por cables de todo tipo, las sillas temblaban y se sacudían como potro salvaje, y así les sacaban el jugo y lo trasportaban directo a la maquina gestante, o máquina de la vida como le decían, la que se encargaba de todo el proceso de ahí en adelante.
    Las personas allí duraban tanto, pero tanto que, que no necesitan reproducirse. Se levantaban tarde, y bostezando de lo aburridos por no hacer nada.

    Al conocer su desarrollo en casi todas las áreas de su civilizada vida, me agarró un desespero por volver a casa, donde tenía al menos quien me jodiera la paciencia. como quien dice, me entro una angustia infinitesimal.

    Desde ese día comencé a hacer mi propia nave espacial, como allá nadie trasnochaba, lo poco por hacer lo hacían de día, entonces en las noches mientras todos dormían, salía a rebuscarme las autopartes para dicha nave. Una noche me sustraía un reactor termonuclear, la otra una pistola de rayos catódicos, y así fui armando mi cohete de propulsión a chorro.

    Ya lista la nave, me puse a aprontar las provisiones y demás elementos necesarios para soportar un viaje de regreso de otros 1400 millones de años luz.

    Durante el tiempo que salí de noche, rebuscando piezas para la nave, llegué hasta una colonia de vagos renegados, quienes, huyendo de esa comodidad tan monótona y asfixiante, habían formado un grupo de pioneros escarbadores de tierra en busca de raíces y demás plantas que hallasen, y formaron una granja vegetariana en las montañas rocosas y escarpadas donde Vivían.

    Ahí se ocupaban en actividades agradables y placenteras como trabajar la tierra y tener un hogar con hijos que mantener.

    Allí con desorden y todo, la vida era mucho más agradable que al otro lado de la montaña.

    Ya con todo listo para zarpar, encendí mi severa nave y al momento de partir me salieron unas cuentas naves keplerianas a cerrarme el paso, entonces con gran desespero grité con todas mis fuerzas, aborten la misión… fue tan alto el grito que deserté a todos los vecinos del barrio.

    JoseFercho ZamPer
     
    #1
  2. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

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    Me ha gustado mucho tu narrativa Jose,especialmente el caso de la transmigración del alma a cierto animal perruno por el largo viaje intergaláctico. Una sola desavenencia con tu ideología es que para mí de la nada no puede brotar la materia.La materia es una frecuencia energética de minúsculos corpúsculos que se cohexionan ante la atenta mirada de la consciencia infinita que presidió el nacimiento del universo;llámalo Dios,Yo Absoluto o como te dé la gana.Saludos Edouard.
     
    #2

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