Mis celos...

Una rabia llena de odio se apodera de mí,
de mis pensamientos y de mi cuerpo.

Estoy endemoniado,​

Estoy embriagado por el deseo de que mi daga bese lentamente tu cuello

dejando escapar la saliva espesa.​

Que avance hasta tu pecho, que siga hasta tu vientre y entrepierna.​

Que valla rompiendo tu piel descubierta.

Dejando escapar el chorro de sangre aprisionado por todo tu silencio.
​

Estoy poseído por un demonio negro que anhela ver tus ojos estallar por el inmenso dolor,

como dejaste en mis adentros,​

expresado por tus gritos que salen de tu garganta.​

Arrancando el gemido de tu pecho, que a lo lejos todos canten y lloren

de felicidad y tristeza.

¡Que ardas en el fuego!
¡Que ardas diez años!​

¡Que ardas hasta veinte años mas hasta que se polvorice todo tu cuerpo!

Abriré tus piernas y los apretare fuerte.​

Agarrándolos, firmes, chocaran duramente mis genitales erguidos de dolor
hasta que sientas el aroma de tu hermoso útero apasionado que grita por la

libertad de los infiernos.

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Tus manos, tus pechos y el color de tus cabellos​

los cubriré con el barro espeso que la lluvia dejará tras esta inminente tormenta.

Abrirá tus puertas y se robara toda tu inocencia.

¡Deja de llorar!​

¡Deja de lamentar tu irreversible destino!​

Pues, junto con el mio, acabarán con nuestro inapelable final de amor.

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​

 

¡Magnífico!