Miserable de mí.-

MISERABLE DE MÍ.-
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Está apuntando el alba.
Ya las sombras huyen con suma vergüenza,
con su tétrica calma,
con su manto de ausencias.
Con ausencias de pasos, de martillos, de trinos.
Ya el tul cansino
y también aplastante de la noche callada,
no tiene ya más selladas
las posadas del iris.
Las sonrisas se pintan por doquier en las bocas;
incluso en aquellas pocas
que pululan hambrientas,
con su beso de anís;
pues esperan muy ciertas,
de la vida clemencia.
¿Y qué espero yo?:
solamente tu ausencia.
¡Miserable de mí!.

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Suele pasar que en medio del todo que nos rodea nos sintamos más solos que la una. Un abrazo amigo Isaías. Paco.