MOAB 4

Henchidas de terror estallan las bombas

y se disparan las armas en las sombras.

Es la mala hierba que crece silenciosa

en las horas subterráneas y amargas

de las mentes de débiles y poderosos.

Ignoro los componentes con que se fabrican

esas armas nacidas del pozo de las almas

y llenas de todo el odio del que somos capaces.

Alguien aprieta el gatillo y otro nadie detona explosivos

pero el pecado de omisión es tuyo y mío.

Inocentes sólo son nuestros Niños,

ángeles caídos que riegan con su dolor y su llanto

la Tierra que otros siembran de espanto.

 

Estimada Malena...
encantada de pasar por tus versos y suscribirme en su totalidad con los sentimientos expresados en cada uno de ellos.
Un cordial abrazo, Poetisa.

 

Una poesía que levanta la voz ante las injusticias y en favor de los más vulnerables, evidenciando una realidad que nadie se la salta y de la que se menciona "el pecado de omisión" pues somos responsables de algún modo, al ver de brazos cruzados como son golpeados estos pueblos.
Me gusta mucho como aborda el tema con esmero y dedicación, pero sobre todo con su voz, que es lo esencial. Las personas tienen diversos enfoques sobre este tipo de situaciones, pero el suyo es puesto en evidencia con el arte por delante.
Felicidades estimada Malena, por este sensible y muy bien articulado poema.
Le envío un fortísimo abrazo.
Darío.

 

Nada más impersonal que matar con un mando a distancia, con el anonimato que parece indultarnos de toda culpa. Pero la muerte se siembra y en una bomba caben muchos cobardes y son muchos los inocentes que las sufren sin poder defenderse ni quejarse después de su impacto. Los niños en el punto de mira de quienes no ven más allá de sus intereses. Daños colaterales dicen.
Buen punto de mira el tuyo, Malena, y culpables somos todos, solo varía la medida.
Un abrazote, compañera, y a esperar que cunda el sentido común antes que los intereses.

 

El dolor de los niños las víctimas más inocentes de todas, tu poema provocó ese nudo en la garganta que todos sentimos ante la impotencia de la guerra y como bien lo dices pretendemos cerrar los ojos.

Muy bello, felicitaciones poetisa.

 

La verdad es, estimada, que no comparto tu enfoque en cuanto a las repartijas del pecado; la guerra es, a mi modo de ver, el resultado de un sistema económico, no de débiles corazones pecaminosos. Y de ese sistema económico me han tocado apenas las migajas, no me siento culpable de omisión: sin mencionar que milité durante años en movimientos que tenían entre sus banderas principales la causa de la paz. Hoy suceden cosas que hace poco no sucedían, en particular que las Naciones Unidas mantienen un silencio de piedra ante los más atroces crímenes, por ejemplo el del bombardeo en Siria por la armada norteamericana: el poder del imperio ha llegado a tanto, que cualquier justificación es buena. No, por cierto, yo no soy parte de eso. Mas que pecado de omisión, quizás podría comentarse el aval que obtienen los partidarios de la guerra en las elecciones, donde la causa de la paz ha sido casi abandonada como consigna.

abrazo
J.

 

Un poema en verso libre con un mensaje muy particular e ingenuo, en mi opinión. Si alguien en este mundo piensa que la unión de todos los hombres y todas las voluntades puede acabar con la guerra, vive en una utopía cuya eternidad le será recordada mientras viva. Nada puede detener la guerra, pero eso no significa que no puedan lograrse pequeños o grandes avances en la consecución de la paz. | Vigila las rimas asonantes contiguas en esos tres bloques que señalo. No parece ser un asunto estético o formal que se vea muy bien en un poema de métrica tan heterogénea.

Saludos, Compañera.