Morir de pie

Creí haber aprendido a no soñar,
volví a anticipar los sucesos,
volví a errar en mis ilusiones,
y vuelvo a sufrir en forma de rabia.

creía haber aprendido,
pero quizá no pueda aprender a controlar lo que soy,
puede que sea una parte de mi que no puedo amputar,
pero tampoco quiero que salga,
no quiero que tenga ese poder.

Salir de entre mis frustraciones,
con el látigo en la mano,
obligándome a volver a mi refugio,
mi otro yo que me recuerda las derrotas,
que infravalora las victorias,
esas que puedo contar con los dedos de una mano,
pero que también sé yo,
que no valen nada.

Por qué resurge de mí mi peor enemigo,
por qué tengo que ser yo el que diga que no soy capaz,
o culpar a lo que me rodea,
culpar al mundo de que no es suficiente para mi,
decir que soy especial,
cuando ni yo me reconocería mejor que nadie.

Tengo mis divagaciones,
tengo la inteligencia que muchos quisieran,
y de que me vale,
de que sirve el mejor avión de la armada,
cuando va solo,
de que sirve cuando detrás no hay nada,
quizá para echar la vista atrás y ver cuantas cosas pude,
cuántas oportunidades desperdicié,
siendo un talento sin talento,
un competidor con las vitrinas vacías,
que ni siquiera por garra gana el favor del público.

Por qué se cae el muro de arrogancia,
mi gran defensa y mi gran apoyo,
aquello que sitúa la vista alta,
una sonrisa en la boca,
y a mi como gran aliado,
hasta que me da la espalda,
y me quedo solo,
solo como estaba,
pero con la losa soledad,
que para el tiempo en mis penas,
que se detiene encima mía mientras intento levantarme,
que me hunde la cara en el polvo,
con la crueldad que solo yo se fustigarme.

Pero iluso de mi,
volveré a soñar,
volveré a levantar el ego,
el muro de la vergüenza,
el que tape todas mis debilidades,
y me mantenga en pie ante los golpes,
para otra vez, otro día como hoy,
volver magullado a casa,
y llorar en silencio mis penas.

Llorar desconsoladamente hacia dentro,
para retener toda la ira,
para interiorizar toda la frustración,
culparme de cobarde,
culparme de iluso,
culparme sin solucionar nada.

Pero aún sigo de pie,
con todo lo que cayó,
como una marioneta a quien sujeta una mano,
sigo sin reaccionar,
viendo venir los golpes,
que rechazo solo cerrando los ojos,
mirando a otro lado,
para que me maten de pie,
sin fuerza, sin orgullo,
como mueren los héroes,
pero sin ningún mérito para llamarme tal.

 

Haces un análisis muy preciso de tus frustraciones.

Es un poema magnifico Pablo.

Un abrazo.