Mosquito.

Qué ironía, yo quejoso por la crueldad y vicisitudes de la vida
Acabo de matar un mosquito con mi cuaderno de poemas
Al verlo apoyado en la pared blanca de mi habitación
Note sus enormes extremidades y su cuerpo negro
Contrastando con lo blanco del cuarto
De una manera inquietante, perturbadora
Lo hice con sigilo, con silencio, con cuidado.
No me suscito miedo, me genero impresión, monstruosidad
Era el mosquito más grande que vi.
Pero lo más inentendible es que al mirarlo
No dude en matarlo, dejarlo libre
O simplemente ignorarlo.
Han pasado días
Sigue su presencia en mi cuarto
Estampado en la pared.
Es el cadáver de mi inocencia, su muerte me representa.
Tú me dirás, es tan solo un mosquito
Y pronto alguien vendrá y te dirá, es tan solo un humano
Si hubiera sido una mariposa, un grillo, un bicho de luz
Lo hubiese ignorado.
Si fuera una vaquita de san Antonio, me hubiera perdido
Minutos enteros contemplando sus colores.
Pero no, era gris, monocromático, símbolo de asco, abominable.
No tenía los colores de la vaca de san Antonio
No poseía la belleza de la mariposa
No emitía sonidos como el grillo
No era inofensivo como el bicho de luz.
Al verlo en la pared ubicando una pata sobre la otra
Frotándose las manos de manera ambiciosa, relamiéndose
Recordando el sabor de su último bocado
Una orden directa vino a mi cerebro, mátalo.
Y al ver de nuevo sus restos, ya no veo al insecto.
Veo una escena del crimen, pero no veo testigos,
No veo funeral de mosquitos llorando muerte.
No escucho que dirijan a él rezos o cantos.
Quizás por eso no me arrepiente, nadie lo llora.
Quizás por eso me conmuevo eternamente
Quizás por eso jamás olvidare a este mosquito.
Mi alma sangra pena pero no por su final,
Sino por su principio.
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Un gran mensaje reflexivo, echo de un insecto minúsculo. Exelente obra, estrellas y abrazos!