Muerte encantada

Poeta que escribes un soneto vivo o inerte
tú que escribes con pasión
desde el fondo de tu corazón
para inmortalizar tu vida después de la muerte.

Cantas alabanzas tenues sin temerle a nada
pues tú musa es una mujer de huesos
que te besa cada madrugada
y deja tu cuerpo muerto desde la raíz de tus pies hasta las puntas de tus pelos.

Ríes, comes, fumas, te drogas y te embriagas;
valla vida que has decidido amigo,
andar todas las noches en busca de parrandas
enmedio de un caos que cargas contigo.

Valla delirios la droga te a fortalecido
te puso una máscara
incluso la calle te dio un abrigo
para que no tengas que ver a nadie a la cara.

Poeta, escritor, loco y hasta artista
pero nadie entenderá tu arte
acabarás muerto en la autopista
antes de que vuelvas al seno de tu madre.

Agradeces a lo que no crees
y no maldices porque crees en el ejemplo de Job,
a tu corta edad ya nada apeteces
pues mueres a diario encerrado en tu habitación.

Tu que crees que lo has perdido todo
y no miras un camino angosto en busca de una salida,
mueres con sigilo embarrandote de lodo
así termina hoy tu condena así termina hoy tu vida.

 

"a tu corta edad ya nada apeteces
pues mueres a diario encerrado en tu habitación."

Terrible el peso del arte, y cuan bello y cuan deseable se nos presenta. Somos adictos a este elixir, porque nos acerca a la talla de los dioses; y harto nos duele vernos, al finalizar la ardua obra, en carne y hueso, débiles y mortales.

Un placer leerle, lykke til.

 

La Mujer del Lago
Se recostó sobre una loma de piedra, dibujándose una amplia sonrisa que cruzó y esclareció su rostro; parecía que quería reír con fuerza, aun comedida -año tras año, donde nadie pudiera oírle-, no sabía si se redescubría a sí misma o (ambos) quiso gritar después de un largo período sufrido.
Resplandeciente su cara blanquecina, cabello rizado y esbelta figura, mujer cuya vida no fue sencilla desde los primeros pasos, se tomó el tiempo con un fin, para después de la caída resurgir con valentía.
Nunca es tarde el despertar, levantarse sin ira.
Una ligera capa gris se cernía sobre el lago empañado, sólo un atisbo, alejada de la muchedumbre mundana dejó de lado insignificantes cosas que le distrajeron en el pasado, viniendo a su mente dulces fantasías que estaban enclaustradas en su interior agonizante.