Muerte

La muerte se entiende inmensa,
es la sombra de todo dios,
la negrura del universo,

la muerte ensombrece
todo cuestionamiento,
la muerte, es la muerte
del tiempo roto, de un tiempo nuevo,

la muerte subyace en nuestro pecho,
latiendo se encuentra la vida,
que tarde o temprano
caerá vencida,

aún así, en la muerte se haya el perdón,
la muerte consuela a cada vida,
las destina a su eterno ensueño,
la muerte no es su aliada,
la muerte es eterna salida,

la muerte dicta sentencia al débil
la vida nunca fue tanta tristeza,
su fragilidad corrompe
cuerpos de sabios,
mentes de cientos,

la muerte gobierna entre infelices,
se viste de razones y excusas,
como toda mentira,
como toda verdad,

la muerte es palabra e incógnita,
porque se la entiende
vacía y llena a la vez,

aunque cada respiro último
es última palabra,
la muerte consuela al moribundo,

con dolor,
el martirio,
vive en cada agitado respiro,
el olvido, es amor para el necesitado,

la muerte no fenece con el tiempo,
porque el tiempo también ha de morir,

el tiempo sin muerte no sería vida,
ni la noche sueño,
ni el sueño última necesidad,

eternidad agraciada,

la muerte no nos controla,
la muerte es edad y luz,
es aquello que nos abraza despacio,
que nos abandona a cada nueva vida,

la muerte es consuelo si se quiere,

la muerte nunca fue
tanta silente verdad.

 

Uno y mil poemas merece la Calaca, la... la muerte.
A todos iguala y puede ser un fastidio o un descanso, un consuelo o una traición.
Buen poema para los principios y los finales.
Un saludote, señor poeta, en vida aún.