Nada y todo

Nada y todo

Golpeada por el tiempo acumulado,
la coraza del cuerpo se fué reblandeciendo;
ahora tengo más edad y más olvido
y cada amanecer me resulta atrevido
y cada anochecer se convierte en un ruego.
En la piel se marca la pobreza,
disfrazada de dones corporales;
la pobreza no es de todos, lo aseguro,
pero si es patrimonio de los viejos.
Porque ¿qué queda despues que tus pasiones
se van volviendo solo de recuerdos?
No responden las fuerzas aunque quiero,
pues el tiempo me trocó en algo necio,
adherido al mundo de los vivos,
rodeado de fantasmas y esqueletos.
Igual que los terrenos y caminos
mi cuerpo se fue arrugando solo,
y aunque el oído se afinó, sin dolo,
cada vez del mundo entiendo menos;
soy aprendiz de nada y de todo,
como reptil que pernocta entre el lodo
pidiendo ver la luz para cambiar ropaje,
dejando el negro traje del pasado andado,
usando el blanco traje del futuro viaje.
Sé que me voy a ir y lo deseo
ya en esta vida quizá poco me queda,
feliz si fuí en cada primavera,
mas triste me reprende este invierno.
Nunca he pedido a Dios volverme eterno
y ya me dió de más a manos llenas;
la mezcla de alegría y de penas
fué basta como una recompensa
que yo sin merecer atesorara;
bendita sea la vida que no me debe nada,
que en cada instante me acerca hacia la muerte.
El misterio se acerca, lo presiento,
y esta curiosidad será colmada
cuando emprenda mi viaje hacia la nada
y sin embargo, por verlo de otro modo
al final del camino, podría encontrarlo todo.