Naipe.

El naipe por mí se ha levantado solo,
y, ¿a quién le importa?, si entre mesas de absenta
y palabras perrunas, ha deliberado una vez más
por el gusto exclusivo que a todos disgusta.

La jugada de nadie, la despersonalizada,
¡Que miren las rocas!, ¡Esto es plena diversión!
El hercúleo susurro echóse a morder unos labios,
y la recompensa de siglos, no volvió para dormir.

El naipe dipsómano y mi palma carcelera,
mujer que te escondes para hacerte brutal.
Rimas y ojos con gestas y puños, intoxicaciones,
meridianos nocturnos, senos con piel de candela.

La mesa de cuentos aún no se ahoga,
y la taza de té sollozando, es la amante perfecta
que nunca tendré. Vinieron conmigo las Ases
y espadas, muchas otras huevadas, y el corazón al revés.