neblulosa mística

Se destiñen tus ojos azul añil
Cuando anoche y el ocaso
Se desnuda, entre tinieblas
Enigmático y abismal
En la amargura de un crepúsculo
Que matutino, persiste espectral.

En la octava esfera rezuma
La fatua y afanosa Casiopea
Tendida en el dorso de Pegaso
Sosteniendo vellocino de oro
Clamando a alaridos la voz
De nereidas surcando el albor
Inquietantes aguardando
En altares centelleos caldosos
Para que su procreador
Descienda de la odisea
Ennobleciendo su galardón

Y yo en la deidad de mi jergón
Mísero urdido en un embozo
Que aún abarca tu hedor
Contemplo tu despojado talle
Embriagado con el efluvio incienso
Peinando la calima noctámbula
De vaho afín al espliego
Emborronando mi cerviz
De humareda que se muda
En azorada pavesa
En la cual me forro
Para camuflarme de la escarcha.

Como nereida engarzada indemne
Te convergí cuando el vehemente oleaje
Te zarandeo por desquite
Por el embravecido omnisciente naval
Y tu redención al oteo de una coral
Me embeleso tu matriz virginal
Y por eso petrifique nuestras almas
En el firmamento, eruptivo se palpa
El anhelo de nuestro eterno mirar
Que en el edén escrito está.
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Elocuentes e intensos versos. Saludos.