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No me toques, todavía

Tema en 'Tu Obra Maestra (en verso)' comenzado por AramisDaram, 30 de Mayo de 2014. Respuestas: 1 | Visitas: 626

  1. AramisDaram

    AramisDaram Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    5 de Mayo de 2014
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    Género:
    Hombre
    No me toques, todavía (Noli, me tangere)

    Deambulando va, llorando María,
    En la oscura noche de su alma.
    Aquel a Quien ella servía y amaba,
    Partió de este mundo en aquel negro día.

    Va como la joven sulamita buscando,
    Dónde encontrar el cuerpo de su Amado,
    Ha bajado hasta el huerto andando,
    Pensando en allí, hallar a su Enamorado.

    Mientras se acerca al lugar de muerte y silencio,
    A ella se aferra un pellizco desesperado,
    ¿Dónde estará, el cuerpo de mi Amado?
    ¿A dónde se lo habrán llevado?

    Unos están absortos contemplando,
    El lugar donde el Maestro fue colocado.
    Mas ella, incansablemente sigue buscando,
    El cuerpo, sin vida, del crucificado.

    Sigue guiada por sus instintos,
    Aspira, profusamente del huerto los aromas,
    Para encontrar la fragancia en la redoma,
    En Él antes libada, haciéndole distinto.

    Dime buen jardinero, dime hortelano,
    ¿dónde pusiste el cuerpo de mi amado?
    Que quiero sacarlo de este huerto doloroso,
    A mi jardín, a mi huerto privado.

    ¿Dime dónde está? Y, yo cargaré con Él,
    Que con mis culpas Él ya ha cargado.
    Por tu vida no te calles y,
    Respóndeme, ¿Dónde se halla mi Amado?

    Que traigo nardo, mirra y espliego,
    Para ungir su cuerpo tan puro.
    Que porto manto con estrellas del cielo,
    Para cubrir su cuerpo desnudo.

    Que quiero besar sus pies otra vez,
    Ahora traspasados y lacerados.
    Aunque sea una última vez,
    No me prives de mi Enamorado.

    Que deseo acariciar sus manos de nuevo,
    Ahora ensangrentadas a ambos lados.
    Manos que una vez, sentí del cielo,
    Con las que me sostuvo mi Amado.

    Que de nuevo anhelo tener entre mis dedos
    Sus cabellos por espinas traspasados,
    Que cubrían el bello y regio rostro,
    Que unos malvados han desfigurado.

    Cuando le llaman por su nombre,
    Despierta del sueño en el que se halla.
    Es la dulce voz de Aquel Hombre,
    Que resucitado de la muerte le llama.

    María extasiada, a Él quiere abrazarse.
    Piensa que aún continúa en un sueño,
    Pues no encuentra dónde aferrarse,
    Ante la negativa de su Amado Dueño.

    ¡No me toques, María!, ¡No me toques, todavía!
    Que primero he de ver a mi Padre ahora,
    Pues Él, anhela besar y abrazarme,
    Ya que mucho por Mí ha llorado y me añora.

    Y María, resignada, acepta emitiendo un quejido.
    Ante la prohibición de tocar a Su Amigo,
    Quedándole paralizados los sentidos,
    Sin entender, por qué le está vedado el camino.

    ¿No podría yo, con un dedo, siquiera tocarte
    Y, Tú, con tu mirada, todo mi ser, deseas traspasar?
    ¿Me está vedado acariciar y, tus pies besarte
    Y Tú, con tus palabras, mi corazón puedes abrasar?

    ¿Cuánto tiempo habré de esperar,
    Para poder volverte a tocar?
    ¿Cuántos instantes habré de soñar,
    Para poderte, eternamente, encontrar?

    No tardes Amado mío, no tardes en llegar.
    Ves a prepararme esa eterna morada,
    Dónde me lleves contigo para siempre gozar.
    Que aquí te espera, enferma de amor, tu enamorada.

    Aramis Daram

     
    #1
    Última modificación: 12 de Junio de 2014
    A Lirae y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. AramisDaram

    AramisDaram Poeta fiel al portal

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    Lo cierto es, Lira que, las fragancias de ambos "huertos", se mezclan en estos versos.
    Saludos.
     
    #2

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