No puedo decir nada.

¿Cómo romper el muro que se me viene encima?
¿Cómo evitar el flujo que se aproxima en olas?
¿Cómo ordenar el caos si todo está hecho bolas?
¿Cómo aprender lo nuevo sin lenguaje de rima?

Tardé en aprender cosas que ya son obsoletas,
dominar mecanismos que han sido superados,
los mensajes de texto me parecen cifrados
y para interpretarlos no conozco las tretas.

Me refugio en mi mundo donde ya nadie habita,
balbuceo acertijos que descifran los niños,
su sonrisa me llena de ternura olvidada.

Es la segunda infancia, esa que nadie evita.
El círculo se cierra, la memoria hace guiños
y esconde las palabras, no puedo decir nada.​

 

Pues para no decir nada, no paras de decir cosas.


Creo que utilizo personalmente localismos y jerga de mi país, y eso obviamente lo dificulta todo, aunque tampoco creo llegar al extremo de las novísimas generaciones, cuya forma de hablar desaparecerá más rápido que un troyano con McAfee. En fin.

Buen poema.

Abrazo

 

Tienes razón, solo exagero, pero así son los poemas, ya ves tú.

Gracias por pasar y leer. Un beso.

 

Siempre pasa ese destiempo de la vida, pero al final quizás sea suficiente con
aprender, no importa cuando ya es una gran victoria. Me gustó mucho leerte
Luciana, me gusta lo que dices y como lo dices. Besitos cariñosos vuelen a ti.

 

Bella Isabel, lindo tu comentario, gracias. Un abrazo.

 

Anamer, querida poeta, dices cosas muy ciertas y muy amables. Un abrazo.