No sé por qué...

Hoy no sé por qué, pero necesito escribir. No me preguntes si estoy enfocando mi vida hacia algún punto porque me encuentro en punto muerto. No me digas el odio que necesitas expresar para desahogarte porque estoy escuchando el silencio, porque en verdad no existes a mi lado. Te pienso a cada paso de este infierno que maldito es y se desvela como poesía melancólica en el rastro de las aceras. Y, aunque la gente me parece que esté odiando todo mi gozo por que tú estés en mi corazón por siempre, a mí me parece que sólo escribo mi vida en sus ajetreos diarios.

No sé cómo expresarlo, creo que tengo la imperiosa ansiedad de tocar tus manos y escribir frases redondas rodeando tus muñecas al son de mi sentir. Quizá, de hecho es, sea muy tarde para admirarte de nuevo y escribirte un suplicio más en esta vida descabellada por mis ideas de un perdedor romántico. Mi lápiz entinta los verbos de penurias y clamor por el dolor de no verte y sí hacerlo en la imaginación de la perdición que tengo en mi vera. Por eso quiero decirte que no te siento ahora, que no te expreso mi amor porque tú me lo robaste y en un frasco lo encerraste para errarlo de arañazos infinitos.

Cuando pienso en tus dotes tan dulces quizá, de hecho sí, vuelve a mí el reflejo de tenerte entre mis brazos y lanzándote constantes miradas a tus ojos, por su irradiación de belleza prematura. El encanto que derrocha es por poseer la suerte de estar en tu fémino envase corpóreo, el cual llena de luz mi oscuridad litigiosa.

Mi gran musa, gracias por relatar tan bellos párrafos siniestros que me confunden al expresar un dolor tan profundo pero tan bello… al mal derecho de no estar en presencia en pos de ti, intentando recordar me miento por estar contigo al lado en una imagen que concibo invisible. Tú has hecho de este deshonor al invocarte en escrituras vanas, que pretendo desahogar mi miedo por no poder soltar cual látigo toda la retahíla palabresca que con finura me hace delirar nuevos términos calculados por mi mente. Ansío aún describirte y escribir a tu persona todas las curvas que inundan tu faz y así retratar tus cualidades en un espejo de marfil enmarcado.

Y es que hoy es un día como no todos los demás. Quiero soltar la furia de mis adentros pero estoy esclavizado a la muerte de ella cuando recorrí contigo las orillas de la paz en pasillos de inagotables deseos de lujuria. O quizá en cuartos encerrados con la fatalidad de la gente que rodeaba aquellos lugares tan desaseados por la presencia inicua de los mortales ignorantes. El hecho claro es que reviento mi cabeza por imaginar en qué sentido escribir mis sentidos y así plasmar lo que en realidad es el motivo de mi lucha por inundar el papel de este estilo arcaico que va y viene constantemente para no llegar a su punto final.

Es tangible la idea de que mi propio utensilio de retrato esté siendo usado como vaina infernal para no acabar nunca esta historia, pero yo prefiero pensar que es mi alma la que está atada al diablo en este momento por tu lejana estancia. Y este es mi castigo, seguir sufriendo y derramando lágrimas por las causas que anteceden estos dichos, amada. A pesar de abrir cada vez más mi oído sigo sin oírte porque el silencio me está destrozando esta alma inmortal pero impura atada al olvido de tu mente. Y si expresarte va a causar que reviva el punto de enfoque con el que intento lograr corresponderte entonces podré al fin decirte lo que en mucho tiempo nunca pude mencionar: necesito escribirte, pero hoy no sé por qué.

 

Gran fúria desatas con tus palabras... sentimientos oscuros te persiguen..., pero no te rindas nunca!, puedes hacer de ellos recuerdos al viento... .

Sigue escribiendo así..., tienes alma de poeta.

Cuidate!.

Rose Noire...