No se porque algo se

Estoy acá y no se el porque, que debo hacer, como parar mi mente que quiere saber a gritos llenando lagunas de llantos por no saber donde van, como se llama el lugar donde están? donde queda es sitio? tiene calles? No lose y esa es la razón de mi sufrir.
Donde están mis amores que me fueron arrebatados por la inexorable sorpresa que porta capucha negra? Los volveré a ver? ¿O solo fue un sublime amor terrenal?, que con el tiempo se fue desvaneciendo como lagrimas en la lluvia. ¿Cuando los volveré a ver?..Los volveré a ver?
Se transformara mi dolor de su ausencia terrenal en una felicidad celestial cuando poco a poco transite ese camino incierto? Se abrirán las puertas luego del túnel y en su luz resplandeciente ahí estarán?
Habrá túnel? Realmente estarán ahí para recibirme y fundir la oscuridad en luz segadora con el solo hecho de sus miradas?
O debo resignarme y pensar que solo esa luz se ve unos segundos antes de estar bajo tierra y luego la nada.
Existe la nada? Y el todo? Se que hay un equilibrio, si lo se, pero solo acá, ¿y allá? se termino o hay segundas partes donde las alma se funden?
¿Existe el alma? Donde esta? Mis llantos rebalsan los mares con eterno sufrimiento y esperanza. El que crea en mi jamás morirá dicen las escrituras.
Pero como alimento mi alma con palabras, cuando es el corazón quien sufre.
Los volveré a ver? Estarán ahí cuando el reloj se detenga y saque boleto de ida? No lo se, nada de todo esto se y todo de la nada se por fe.
Hasta donde llegara la fe? Esa misma que por ella todo se ve sin ver nada. ¿Habrá valido la pena las fugases señales de esperanza? No lo se.
El mantener la calma en ríos revueltos acá me sirve, se fortalece mi espíritu con el simple hecho de haberlo vivido, pero cuando muera se fortalecerá la tierra sirviéndole de abono con mi pobre envase y nada más, o tal vez las dos cosas, en donde mi alma fertiliza esta tierra
Fundiéndose en la poderosa luz de las miradas de los que ya no están, no lo se, si se que en la mitad del libro de la vida, sus hojas me revelaran, que cuando el cuento llegue a su fin, recién ahí amados míos, sabré si dios nos reservo una mesa para nuestro brindis por un nuevo comienzo.
Martin Alberto Rousseaux.